A menudo el pensamiento necesita
de grandes argumentaciones, de múltiples matices que den vueltas a una idea
para recoger y transmitir todos las connotaciones y acotar de manera tajante
los conceptos y los razonamientos de forma que no exista ninguna duda sobre la
intención del pensador y que el receptor pueda, sin miedo alguno, participar de
esa digresión explicativa del mundo. Andar apresurado en estos menesteres suele
ser causa de malentendidos y obviedades, de banalidades o de sentencias sin
matices.
El pensamiento en píldoras que los
libros de autoayuda procuran, asistidos de memes a través de las redes,
es otro peligro. Frases que “dan que pensar”, como si la realidad por sí misma
no fuera motivo suficiente para reflexionar. Pensamientos prefabricados ante
los que asentimos con reverencia mientras engullimos en el self-service
de esa cosa llamada filosofía. Son los macdonalds del pensamiento.
La verdadera gastronomía puede
preparar pacientemente bocados aún más cortos, pero de mayor calado, texturas y
sabores.
Éste es el campo del aforismo, que
llevado de las manos de la poesía y la filosofía, reflexiona y condensa, ofrece
con el mimo de un relojero que limpia mecanismos diminutos. León Molina nació
en San José de las Lajas, cerca de la Habana en 1959, aunque llegó a España con
9 años y está afincado en Albacete. Su labor poética se condensa en Breviario
Variable, Señales en los puentes, El son acordado, Llegar
y El taller del arquero. De ellos da buena cuenta su página web. León Molina no se ha
dedicado al aforismo propiamente dicho sino hace relativamente poco tiempo,
aunque el oficio de aforista, en cierto modo, participa de su poesía. Algunos
de los de Mapa de ningún sitio, primer volumen del autor en estas lides,
han sido lanzados a las redes sociales.
Los ingredientes de este lacónico
estilo, especialmente en el caso de León Molina, suelen ser la poesía, el humor
y la reflexión. Gómez de la Serna definía la greguería como humor más poesía.
De eso hay mucho en este Mapa (“El canto del gallo es un arrebato del
silencio”), pero quizás esté más cerca de unir los otros dos elementos, el
humor y la reflexión, participando del muy regio linaje de Groucho Marx: “Estoy
dispuesto a aceptarte tal como eres siempre que no seas tan como eres”. Otras
influencias confesas de León Molina son Wallace Stevens, Joubert., Lichtenberg,
Wagensberg y Ramón Eder. También cabría añadir la influencia de Montaigne en la
lucidez y de Oscar Wilde en su inteligencia, aunque, afortunadamente, no en su
pose:
“Las
mujeres alcanzan su mayor atractivo cuando empiezan a perder su máxima belleza”
Entre las herramientas preferidas
por León Molina están, básicamente, las tijeras de podar para destilar los
aforismos en el menor número de palabras posible , el oxímoron y la paradoja:
“La
paradoja es luminosa. Se mueve por tanto en un rango delimitado por dos
cegueras”
“No
se puede ser grande sin ser pequeño”
“La
voluntad es una esclavitud que libera”
También está el recurso de darle
la vuelta a los dichos populares y frases hechas, un poco en la forma que
podría hacer Blas de Otero, pervirtiéndolas en cierta manera:
“Si
no lo creo, no lo veo”
“Conócete
a ti mismo. Y abúrrete”
“Sé
tú istmo”
Un uso muy creativo del pleonasmo,
que hace que nos demos cuenta de las diferentes connotaciones y significados
más profundos que tienen algunas palabras:
“El
agradecimiento es un sentimiento muy agradecido”.
Los temas sobre los que afila la
inteligencia el autor son variados, con una unidad más estilística que de
contenido. El aparente desorden es muy de agradecer porque dota de mayor
ligereza a un libro denso en reflexión.
“Un
libro de aforismos es un mapa muy preciso de ningún sitio”
Sobresalen los dedicados a la
poesía y el proceso creativo, el amor y el humor, el pensamiento en sí mismo,
la libertad, la felicidad o el azar. La vida como relato
“Cuidado
con la experiencia, por lo menos la mitad es literatura”
“El
auténtico humor siempre contiene algún aspecto que maldita la gracia”.
“La
intimidad es una exagerada”
“Filosofía
y poesía. Tan distintas. Nadie diría que son hermanas”
La filosofía que trasciende el
pensamiento del autor está dotada de un muy sano escepticismo, con una
valoración importante de la libertad, analizando con cautela los abanderados de
las grandes causas, las grandes palabras, los conceptos sublimes, pero con una
confianza, al fin, en el ser humano, la poesía y el amor.
Uno de los posibles triunfos de un
libro de aforismos se puede traducir en el número de señales, subrayados,
marcas para recordar y compartir lo más rápidamente posible. El ingenio de León
Molina provoca esa tentación constante de ir citándolo continuamente. Triunfo
conseguido. Sólo queda recomendarlo, aunque sea en las redes sociales.
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