“Te has reconciliado
con el silencio”
El cacereño Jesús María Gómez es
un veterano activista cultural. En la actualidad coordina el Aula de la Palabra
y la sección editorial de la Asociación Cultural Norbanova (Cáceres). Ha
publicado El Otro yo (Colección
Abezetario, 2005), El Último Viaje
(Norbanova, 2007), A Contracorriente
(Editora Regional de Extremadura, 2009), Arcanos
Mayores (Norbanova, 2012), Escenarios
(Vitruvio, 2014), y El tacto de lo
efímero (Vitruvio, 2016), Líneas de
Tiempo (Ediciones Vitruvio, 2018), además de la plaquette Aguardando la lluvia de octubre. Además,
es coautor de La tarjeta postal en
Cáceres 1900-1940 (Cicon Ediciones, 2002), junto a María Antonia Fajardo
Caldera. Ha dirigido Norbania, Revista de
Literatura y Creación. Ha colaborado
en diversas revistas y libros corales y mantiene el blog "Escenarios".
El
libro se articula con una estructura precisa. Como diría Cortázar, este libro
es muchos libros. Una serie de escenas y de digresiones van describiendo, más
que un fresco, un itinerario que comienza con La obsesión de Dante, una serie de poemas situados en Florencia. Un
verso resume maravillosamente la intención, no solo de esta primera parte, de
la intención subyacente a todo el libro: “el verso será después sólo una excusa
/ una criatura alumbrada de ese barro” (Santa
Margherita dei Cerchi). Jesús M. Gómez procura acercarnos una visión desde
la intimidad hacia el paisaje: “Búscame en esta ciudad / donde las piedras
llevan marcadas las claves de la sabiduría / y los misterios del otro lado” (Búscame).
Más
que desgranar las peripecias de las escenas, que el propio autor facilita en un
epílogo, merece la pena detenerse en los versos que, certeros, acaban cruzando
los poemas, con voluntad de “Perdurar / en la serenidad del desafío” (Infinito). Este es un poemario en el que
se filtra la belleza y el oficio, el amor y la poesía: “aquí a solas / te revelas en la
impaciencia de la palabra / embrión todavía / del poema” (Vigilia); “Pertenecemos al insomnio / las horas que rolan a
destiempo nos contemplan” (Éxtasis).
La poesía como nexo de unión entre el verso y su destinatario, así como entre
los versos y nosotros, los lectores: “la palabra es siempre clandestina / en
labios que comparten las hogueras” (Háblame).
La actitud del
poema es situar la acción en un escenario, tomar la personalidad ajena, recrear
los sentimientos para así hablar de lo importante, de lo radicalmente esencial:
“Me obstiné en seguirte / por calles angostos / plantando cara a los avatares
de la vejez / a la aleve góndola del olvido /… / Con el idioma acuarelable del
deseo”” (Tú… Beatriche); “Seguir
buscando la seguridad que me reglan tus ojos” (Buscar refugio); “sólo quedará el barro / y los huesos / mudos
rehenes del abandono y la fiebre” (Polvo
a polvo).
Podríamos ir engarzando citas con
las que se explicaran los andamios de este libro: “Escribir nos devolvería el
paisaje / de la memoria que porfiábamos en mantener / a flote”. Por ahí
encontraríamos a personajes en distintos escenarios, como Mary Shelley y Jane Williams aguardando bajo el pórtico de Ville Magni.
El siguiente recurso es el de encontrar la inspiración en diversas obras de
arte, novelas, películas, cuadros… encarnarse en el diálogo entre el autor y su
obra, entre el espectador y la obra o tomar el punto de vista fenomenológico. Alfter Dark, de Murakami, como antes a
Ida Vitale o Shakespeare. A partir de la “Conversión del Caballero Francisco de
Borja, Moreno Carbonero” del Museo del Prado puede desarrollar el tema de la
inmortalidad: “Amor / levanta los velos / donde ya anidaron las cenizas” (2). O pasa a utilizar las grandes
figuras míticas como Marilyn o las de otra mujer fallida en Sin pedir permiso (Sylvia Plath) junto a
Storni, H. Quiroga o S. Zweig. La cuarta parte se pasea por el lado más oscuro
de la desesperación humana: “El espíritu late / encallado en la ingrata vejez
de los espejos 7 con el veneno / fluente mercurio / pestañeando bajo las uñas”
[Sin pedir permiso (Sylvia Plath)];
“imposible ahuyentar por más tiempo / la asfixia / su grumoso alfanje” (2).
Igual que Mary Jane Kelly, víctima del
Destripador: “Cuando el auxilio hace oídos sordos / y la mente enmascara su
caligrafía”. Le siguen personajes de ficción [La inquietud de Mina (Drácula, de Bram Stoker)]: “percibe el
piélago ardiente de un beso / la húmeda avaricia de la vida eterna”; la
doncella Bronwyn de la película El señor
de la guerra que cautivó a Cirlot (“El aliento de los seres superiores es
como la voz de las estatuas / apenas se escuchan en los compases de la vejez”);
no tanto, como Sissi.
Inmenso en la
noche física y conceptual, en varias partes sin puntuación: “La angustia / es
incolora / el discurso de la fragilidad / se enrosca / bajo las durezas de la
piel” (Ophelia 3); “Continuarán / con
vida los poetas / celebrando / maldiciendo / los envites / de la madrugada / ir
más allá / sólo pertenecen / a los suicidas” (Ophelia 5). Y en la noche oscura del alma pasa a la sección quinta,
Cántico espiritual, donde aprovecha
una escultura de Julio López Hernández del museo de Cáceres “Acaso la poesía
habita reinos inexplorados / en la intrahistoria del asombro” (Esperanza y ella en el libro). Siguen
poemas al hilo de San Juan de la Cruz “nos sobrevivirán acaso / la pasión / el
éxtasis / de hacerse uno / con los itinerarios del alma” [Leyendo en voz baja (Cántico espiritual, San Juan de la Cruz)]; “Te
ves como eres, con la pequeñez de las venas y los nervios, con los dedos
acostumbrándose al braille de las palabras, a la equívoca complacencia de la
eternidad”; “Amor de la esposa cuyo ser pertenece al Amado, comunión, que en
cúmulo de confidencia y caudales” (Mystica).
Cambiamos
de paisaje y de estación en la sexta parte y es “Aquí el verano es real como la
sangre / contagioso como el cuarzo de los troncos / y el lastre del sudor //
precipitándose / hacia la hoguera de todas las cosas” (Solsticio de verano).
Los personajes que andan detrás son los del largo verano del 36, Lorca, Miguel
Hernández, los enterrados en el Cementerio del Este en Madrid o los que
sufrieron el bombardeo en Guernica: “Grasiento el verano / precipita la
invertebrada longitud / de esta ciudad decidida
a no olvidar” (Cementerio del Este,
Madrid); Se duele del cáncer / la
fortaleza del brazo que empuña la espada” (Guernica).
Amante sin rostro vuelve a Murakami como
punto de partida y con él, la atmósfera del jazz: “Ella sólo late / a las
arboledas del jazz / en las cansadas ranuras del vinilo” (La Fatalidad). Con el
mismo mood, la Coda, que comienza con Boulevard of Broken Dreams como el Nighthawks de Hopper. En Diálogo
de hotel aprovecha un cierto regusto noir:
“Destilan soledad las mantas de hotel / impregnadas están de otras pulsaciones
/ de otros adioses / de estremecimientos de bocas anónimas”
“Nada está
libre de pecado
ni las calles
ni los dedos
sucios de tinta
ni la
enfermedad que correo los tejidos
tampoco la
amanerada impostura del poeta” (Está
escrito)
Es capaz de
pivotar alrededor de Escher como de Borges: “En mi reflejo identifico los
indicios del cansancio / el desaire de la inspiración que se resiste y coagula
las palabras / la ansiedad esculpida en las estrías de la frente” [Spherical Mirror (M.C. Escher)]: “Tanteando ese punto del espacio que
contiene / todos los puntos el
infinito todo” [El Aleph (Borges en
Ginebra)]. Termina el poemario con personajes desdichados que van vagando
como Los amantes anónimos (Pablo Neruda y
Matilde Urrutia en Nyon) o los de la película de Jim Jarmush, Solo los amantes sobreviven:
“nos hemos
jurado fidelidad prescindiendo del
tiempo
pues solo a
nosotros pertenecen los trayectos de lo vivido
nadie nos
pedirá cuentas
embadurnamos
nuestros cuerpos con los colores del ámbar mientras el mundo
envejece ahí
fuera con su resaca de adioses
Nuestras horas
se anuncian transparentes
con las
virutas de las palabras crepitando entre las uñas
sin intrusos
ni remordimientos” (Only lovers left
alive)
Contando, como confiesa el autor,
con algunas digresiones, podríamos decir que, literalmente, La complicidad de los amantes es el tema
que subyace en este poemario. El otro gran tema es el sufrimiento, con sus
múltiples causas, pero sobre todo, por la maldad humana en sus múltiples
formas. Sería injusto, sin embargo reducir este poemario a estos dos pilares,
porque si sobresale alguna característica es la variedad de aristas y tonos, de
temas y subtemas, libros dentro de libros, belleza, poesía...
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