Liliputienses tiene a bien traernos una antología de este poeta de Buenos Aires. Incluye poemas de Parto mular (1998), El proceso de fotografiar (2014), La casa de la playa (2018), Dos poemas inconclusos (2021). En el prólogo de Mercedes Roffé se insiste en la búsqueda del poema “como hecho fortuito, irrepetible; el poema como captura y revelación de lo íntimamente experimentado” (Mercedes Roffé, pag. 5). Para este propósito usa el oxímoron, como el parto de una mula o la metáfora de la fotografía como instrumento para inmortalizar el instante, en palabras del propio Mario Nosotti, “La escritura es el lugar desde el devenir de los acontecimientos se detiene”. También nos recuerda Mercedes Roffé, que “La obra de Nosotti, desde sus comienzos, va tejiéndose como una red de preguntas, de asociaciones”. Estos son los elementos fundamentales de su quehacer poético.
De Parto mular (1998) se incluyen poemas que reflexionan sobre el paso del tiempo y la búsqueda de la belleza: “Las horas que se pierden se pierden /…/ La belleza del mundo es sin consuelo / Lo perdido perdido. Y los pájaros / perdiéndose en el horizonte” (Definiciones póstumas al paso); “quiere saber / conocer eso / acostumbrarse / a ese cuento de las maravillas /…/ el que nunca ha probado / amor quiere comprarlo”. La fugacidad del tiempo es una preocupación básica: “Acá donde los cuerpos que un día fueron tibios, / que fueron carne hermosa, son aviso, / revienta con el asco y el dolor que otros se merecían / y seguro, ya tendrán”. El tiempo perdido y el devenir de la vida se reflejan en estos poemas que ya apuntan la poética de Nosotti: “Decir y no decir / era igual y era inmenso. / Los recorría un río serpenteante. / Oscuro y firme”.
El proceso de fotografiar (2014) insiste en la poética de la imagen como símbolo: “Igual como lo vi en una película / Sukurov o Tarkovsky / ya no puedo acordarme / La barbarie del aire y de la luz / cerrábanse en oscuro donde tiemblan / ínfimas letras blancas”. Mario Nosotti intenta capturar los ambientes que acompañan al devenir de la existencia, y la cámara es una herramienta conceptual muy elocuente: “solo el ojo de la cámara recorta, / detiene y después fija”. Tanto en la manera de capturar como en recrear los instantes: “O mirado la foto sorprende / –mirá! / lo felices que éramos / –ahí”. Pero no se trata de recrearse en un pasado remoto, es también la conciencia del paso del tiempo y del inexorable final: “La emergencia del polvo / que vendría a ser yo”.
Algunos de los temas recurrentes en su poesía incluyen el paso del tiempo, la naturaleza, la soledad, la nostalgia y la búsqueda de significado en la existencia como vemos en La casa de la playa (2018). Su uso del lenguaje es muy evocador, creando imágenes vívidas y sugestivas que invitan a la reflexión sobre temas existenciales y filosóficos, explorando la naturaleza humana y las emociones profundas, como en esta suerte de adagio: “Todo lo que bajaba en la palabra Adán me pertenece”. La atención a lo cotidiano, a lo más sencillo dota de profundidad existencial a sus poemas: “Sobre la tierra / escrito con un palo / la variedad de formas / la variedad de todo lo que existe / el mundo de soslayo / lo ajeno es la cabeza / de alfiler”.
En otros poemas, el tono reflexivo está más patente: “Uno no está impedido de vivir / justo antes de salir a consultarle / al que todo lo sabe / oyendo la dureza de los ciclos / supe encontrar mi fe”; “Partir como el que intenta desmontar / un conjuro”. Su estilo puede parecer sencillo pero consigue transmitir la complejidad de pensamiento, utilizando imágenes y conectando con lo emocional que los objetos llevan: “Al final de la tarde dibuja con un lápiz / el ruedo de lo abrupto / calles de tierra, monte, acantilado, / raído imaginario del salvaje”.
Mario Nosotti posee gran capacidad para fusionar lo cotidiano con lo trascendental en sus versos. Toma elementos simples de la vida diaria y elevarlos a una dimensión poética. Podía encontrar belleza en lo común y lo ordinario. En Dos poemas inconclusos (2021) ahonda en la dimensión reflexiva de su poesía: “Todo lo que no veo porque no hago silencio / porque el fuego me asusta. // Perdón hondo jardín / por no atreverme a entrar en tu espesura”; “Recupero una historia / que es tan mía que no me pertenece”.
Eso no significa un lenguaje abstracto y frío, más bien al contrario, el uso de referencias materiales concretas transforma la experiencia de la lectura de una manera más inmediata: “El fuego de la metralla ahogó los gritos // la mojadura ardiente trepó por la enramada / corrió con el vapor que empuja el viento // es raro oír croar por entre las frituras de la radio / la unánime oración de la ciudad”. En general, la poesía de Mario Nosotti se caracteriza por su capacidad para encontrar la belleza en lo simple, su profundidad emocional y su habilidad para hacer reflexionar al lector sobre aspectos fundamentales de la vida.
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