Alicia Louzao es doctora en Filología Hispánica y licenciada en Filología Inglesa. Tras un perido dando clases en la Universidad Complutense de Madrid, ejerce de profesora de Lengua y Literatura en un instituto de enseñanza pública. Su labor, además de la poética, es ingente, en Ocultalit, Quimera, Culturamas… Participó en Prostíbulo poético y en otras muchas aventuras poéticas. Esta plaquette es una selección de poemas de Las niñas que no quisimos ir a la escuela (2021) y Nadie dirá que estuvimos aquí (2023).
Una de las características más sobresalientes de la poética de Alicia Louzao es su carácter onírico. Más que técnicas surrealistas, se trata de una inmersión en el universo de los sueños que mezcla la realidad plástica con los deseos, con la forma que tiene de trascender las palabras: “Ahora en los brazos me quedaron las flores de 80 euros y manchas de yogur y salsa de tomate y una línea de bolígrafo Bic dividiendo dos mundos / No me cabía en los brazos todo lo que quería // Esto no es una historia triste”.
Hay también mucho de ancestral, de atávico en las relaciones que se plantean en sus versos, como de cuento antiguo: “Existen personas peligrosas. / Personas que llevan sus tentáculos por debajo de la bata de dormir y aspecto pálido /…/ Que olían a pan y olían a jabón de Marsella y venían con el viento que se mueve como una onda de arena y luz. Que tenían una madre bajita que pesaba lo mismo que un botón, que tenían un árbol que daba fruta rosenda, que tenía los ojos tristes / Esas, / precisamente esas, / son las más peligrosas”. Su estilo poético se caracteriza por el uso de imágenes vívidas y metafóricas que invitan a conectarse emocionalmente más allá de lo meramente racional.
Aprovecha numerosas referencias literarias como Lewis Carrol o Julio Cortázar: “Yo no quería que te marcharas. Dijo la verdad ante la reina blanca que cortaba las cabezas que los que no querían ver /…/ El mundo lleno de agua. / Y tú que fuiste / lo más bonito de la tierra”; “Que duermas, / Que solo duermas. / Que nadie les cuente que los dientes a veces llegan hasta la lengua y allí se clavan como metralla en los bolsillos de un muerto que no supo escapar /…/ Dentro de sus mejorcitos fines de cronopios perezosos este el hombre que fuma L&M delante de la chica que tiembla y que lleva un paraguas de lunares y que se olvida la cartera al salir porque sabe // (y tú lo sabes)// que no recibirá la llamada ni que ganará el apartamento en Torrevieja dentro del papel de plata” (Nana para el niño que pide leche). Pero también otras de la cultura popular y las marcas: “Hay hijos de esta conversación, en otro universo, dentro de un mar pequeño, S. duerme plácidamente la siesta, se acurruca sufriendo un ruido de branquias sobre el sofá, la televisión encendida. Anuncio de lejía”; “Si estás en un agujero y tú eres el agujero / y te muerden los elementos extraños que viven de tus pies. Son tus pies y los pies del agujero” (Elm Street).
En la reseña a Nadie dirá que estuvimos aquí, decía que la poesía de Alicia Louzao desafía la comprensión literal de sus palabras, el mensaje se transporta como un conocimiento que tiende a lo intuitivo, y, en ese sentido, es meridiano. El extraordinario nervio sensorial se apoya en lo táctil tanto como en la imaginación, en la tradición como un río alimentado de afluentes diversos: “nunca me hubiera acercado al árbol de la sabiduría / porque los que gobernaban eran tus manos” (Oda de las flores carnívoras). Este cuadernillo es una estupenda manera de acercarnos a una poesía tan intuitiva como sugerente.
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