Esta joven poeta de Lugo, ya con 4 poemarios publicados, fue
residente en la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores. Su juventud
contrasta con las referencias explícitas, Simon & Garfunkel, Kobayashi o
Jorge Reichmann en la presentación. A lo largo del poemario se suceden
Radiohead, Kansas y su éxito Dust in the wind, Pink Floyd que son grupos
musicales no precisamente cercanos a su generación, salvo quizás Nacho Vegas.
Entre las características formales de su lenguaje poético
está el acierto al combinar léxico no propiamente poético en sentido
tradicional así como recurrir al inglés para los títulos de algunos poemas,
evitando, a la vez, caer en el defecto de epatar por medio de denominaciones
novísimas. En sus versos conviven sin estridencias estudios diferidos, cubos de
Rubik, el Concorde, Chernóbil o un keylogger.
El volumen se divide en tres bloques, Neón=arpegio; Neón=afasia;
Neón≠palabra. La primera parte gira en torno al amor y la
sensualidad, pero sobre todo para la necesidad del otro para la autodefinición
y simbiosis, como el título de uno de los primeros poemas: “Que nuestras manos
sean / el único refugio que nos arde”. La reflexión sobre la vida en pareja
seguirá predominando, pero con tintes más sombríos en las otras dos partes:
“La vida
ese boceto
abstracto
si tu piel
no
dibuja
el
horizonte
del
mundo” (Pintura)
“El hollín
en mis ojos no te mancha
cuando eres
escalera
de luz
interminable”
(Lumbre)
La reflexión sobre la pareja y el otro como complemento marca
intensamente el poemario, en especial la primera parte. El discurso amoroso
entendido como simbiosis, y el yo que toma conciencia de sí a través de la
mirada y el complemento del otro. “si el mundo sólo es mundo con un mundo y
contigo” (Despedida del ahogado). El amado puede ser presente o ausente
(La ruta artificial, Hilando sombras).
“Y si en
realidad no eres
si al final
nunca has sido
lo que
pretendía que tú fueras
solo sabré
amarte un poco más
porque habrá
abrazado sin quererlo
el reflejo
de mi íntimo fracaso” (A través del espejo)
“mirarte
hasta mirarme
y a tus ojos
tallar el
agua que nos parta” (Casida para un beso)
Raquel Vázquez demuestra una gran sabiduría clásica en la
versificación, aunque practique el verso libre o blanco. La multitud y variedad
de diferencias y la preferencia por el poema corto, cortísimo, incluso el
aforismo son rasgos esenciales del quehacer poético de la joven autora:
“Las
barreras que son
de verdad
insalvables
nunca podrán
trazarse sobre un mapa.” (You Behind the Bikesheds)
Una de las imágenes preferidas en este Si el neón no basta,
consiste en jugar con la descripción del cuerpo del amado como un paisaje y la
relación con la distancia: “Parece que hace tanto/tiempo en estos metros que
nos separan” (Seems so long ago) como elementos esenciales de una
pareja:
“La erosión
de saberte aquí pero a kilómetros
de movernos
sin lluvia” (Agua bipolar)
Disfrutamos de una delicada sensualidad en muchos de los
versos, alternando con metáforas de gran expresividad: “El cielo es una goma
que se derrite y sangra” (Summer sunset): “Me he inventado un braille
para leerte” (Jaula desafinada), “Amar el hacha y que en toda esta
sangre / brote un mínimo escombro de tus labios (El tronco que espera).
La sensualidad entra preferentemente por la vista y por el tacto: “Tú me
escribes el tacto en la memoria” (Al otro lado del lienzo).
En esta reflexión sobre la vida en pareja, si los
deslumbrantes neones no son suficientes para perpetuar una relación, aparece el
dolor por la pérdida, por el desamparo, por las oportunidades perdidas: “Todo
es herida en mi” (Grito), “Como lo es el dolor / de que no existe más
que la mirada” (Agua). Para, al final, como única solución alzar la
Bandera blanca:
“Horizonte
vacío:
la única
piel que aún puede arroparme
en mi
inmortal derrota.”
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