sábado, 13 de mayo de 2023

Reseña de Alicia Choin: ‘La luz de las trincheras’. Esdrújula Ediciones. Colección Diástole. 2022

 LA LUZ DE LAS TRINCHERAS | ALICIA CHOIN | Casa del Libro


Después de embarcarse en proyectos que tenían más el tono confesional e íntimo, Alicia Choin cambia de rumbo y se enfrenta a lo terrible, a la guerra. En el prólogo, Marina Tapia destaca entre los rasgos de estilo la mezcla de elementos de la cultura alta y baja, música pop, cine, marcas… El efecto conseguido es el de involucrar al lector en el desastre, en el sufrimiento ajeno, ese que sucede fuera de nuestro paraíso acotado: “Estoy en el jardín, un muro de cipreses me separa / del cementerio del mundo. Miro los peces” /…/ Pero me llama la cobardía de los poetas / que se creen valientes e importantes / porque hablan sobre la paz en el mundo / como hacen las mises cuando ganan” (Poeta hipócrita).

La guerra es la medida del mal absoluto, el horror máximo: “Querías pasar la tarde conmigo. / Nunca te dedico tiempo. / Será porque no he vivido una guerra” (Paraíso acotado). Sirve como contrapeso trágico (“Qué va a ser de nosotros, / dicen los vencidos / mientras compran en Zara, / salen de cervezas con los amigos / y pagan como pueden, sus facturas”, Resultados electorales), incluso a nivel íntimo (“… Los recuerdos me acarician / la cara como se acaricia a las locas. / Tranquila, no temas. No puedes pasar página. / Reconócelo. La guerra es solo contigo misma”, La guerra es solo…); “La guerra estalló otro día más dentro / de mí y sus balas salieron en forma / de palabras que he disparado contra / mis amigos, provocando otros conflictos” (Contagio bélico).

Este es un libro crítico, pero no solo con lo obvio, es una apuesta por la conciencia que no cesa de ser atacada y anestesiada: “El telediario nos ha puesto dos muertos / en uno de los platillos de la balanza /…/ Hay una noticia de ´última hora / mientras saboreo una copa Danone: / 100 muertos a granel en el otro / platillo de la balanza. ¿Son de Asia o África? / No recuerdo” (Muertos a granel de algún lugar lejano); “Los señores aliados han firmado / la paz y sus hijos sí juegan / con su muñeca en su cara. // Nos llevan de excursión a Austria. / 40 kilómetros diarios sin comida ni agua. /…/ 2 millones de bajas legados en silencio / esponsorizadas por la conferencia de Postdam. / Muero en la cuneta.. / ¿Estamos en paz?”. Por eso, en la sección La guerra se repite por los siglos de los siglos. Amén aparecen otros escenarios de otras guerras: “Enterramos juntos a nuestros muertos / y pedimos perdón. / Rezamos al mismo Dios /…/ La verdadera patria está en el amor de los hombres” (Tregua de Navidad); “Hay pensé que la vida era horrible / y tú me besaste y me deseaste / dulces sueños // Hay un mensaje de esperanza / en los besos de todos los niños” (Índice).

En Otros frentes abiertos homenajea a su madre y a todas las mujeres que se dedicaban a “sus labores”: “Como una cerilla que quema / por unos segundos tus dedos, / así has sentido mi muerte / en el infierno del mar // El fútbol ha sepultado / mi efímera desgracia” (Cielo abrasado). Las guerras que sufrieron también incluyen el maltrato, o la pandemia: “A lo mejor yo estaba en el cine, / tomando ansiolíticos para el estrés / o quejándome de ese kilo de más, / cuando el mar fue su sudario”; “¿cómo podemos ganar a este dolor / sin un abrazo, sin los besos, sin una caricia?” (Monumento a los soldados desconocidos caídos en la pandemia del covid). Un canto, en suma, a los cuidados que se amplifica en la última parte, Plegaria: “Si todo eso no hubiese ocurrido, no sabría que el futuro / que deseo es el pasado de la película, la amistad camina / por las calles y nos acercamos a terrazas sin toques de queda” (Cinema Paradiso y Bésame mucho).

Continúa con un canto apasionado a la lectura que nos salva la vida: “He paseado por un campo para huir de la guerra /…/ Me he encerrado en mis libros para huir de la guerra /…/ He venido a este poema para huir de la guerra. / ¿Y tú? ¿A qué has venido?” (Huir de la guerra de la Humanidad); “Dime si la sangre aún germina en las tristes / páginas de los libros de historia, si los violines / siguen sollozando en una velada de desamor / a la luz de los cirios” (Plegaria a los hombres y mujeres del futuro).

La luz de las trincheras consiste precisamente en eso, en aportar luz para que veamos el horror y en buscar la luz en los momentos más desesperados: “Y comprendo que la paz es esto: / el cortejo de la ciudad es un turista / que la mira embelesado y está deseando / penetrarla y hacerla suya” (Turista en Budapest)

“Si todo el dolor del mundo cabe en pocas palabras,

en unos cuentos poemas” (La luz de las trincheras)

 

 

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