India Toctli es una artista multidisciplinar porque entiende el arte como un medio transformador, mágico. Utiliza la poesía, los textiles, las pinturas, realiza instalaciones, artes plásticas y estos pequeños fetiches en forma de cuadernillos. No es de extrañar que en su biografía lo numinoso esté presente. Biológicamente tuvo una fecha de nacimiento, pero prefiere considerar que fue mucho más tarde cuando conecta con su verdadero yo. Mientras ha vivido con una máscara y en cierta manera, estos relatos gráficos son una suerte de proceso de eliminación de máscaras.
Es indudable relacionar esa intuición con su formación psicológica, en el sentido tanto académico del término como de una forma mucho más general, que pueda conectar con lo más esencial y conectar con otras realidades. Sus trazos, en cierta forma son psicodélicos en la forma más genuina del término, el que está más cerca de Carlos Castaneda que de los cartelistas de Jimi Hendrix. Aunque, también están llenos de una intención de ir contra corriente, contra el poder, contracultural, en suma.
Como los chamanes, el arte de India Toctli tiene un carácter activo, tanto de los cuidados y la ternura como de cuestionamiento de las realidades heredades y con capacidad actante, como los conjuros vacían los contenidos y desencajan las situaciones. Una visión crítica y activista, fruto de la tercera trasformación personal, llena de unas florecientes ganas de vivir.
Los primeros cuadernillos tienen formato de A5, La infancia India, en A4.
Tiny Tales son una serie de historias diminutas, imaginadas y dibujadas por la propia India Toctli. La distribución entre viñetas y texto es exquisita y los dibujos combinan una especie de inocencia con momentos crueles. Dentro de ellas, Oops está basada en una pesadilla de Lorelai Gilmore, de la serie Las Chicas Gilmore. Situaciones angustiosas, oníricas envueltas en colores pastel. Esa es una de las maneras más eficaces para transmitir esa voluntad de transformación, contraponer un tipo de colorido asociado a lo ñoño con la crudeza del trazo y de las historias.
Mamma pez: “esto es algo que no pasó fuera, pero pasó dentro y nos salvó”. En este caso toma la forma de un monólogo, y los colores tienen una paleta más básica, solo tres colores y un uso efectivo del fondo. La integración entre el argumento y el dibujo recrea, en cierta forma, la lucha interior del personaje, como la superación del discurso mental y la realidad material.
En contraposición, Mituke es un sueño con una sola protagonista que va creando unas realidades. Es quizás el cuadernillo más psicodélico en el sentido convencional del término. El espíritu de liberación de los sueños está implícito en la propia intención de dejar abierta la narración por parte de la autora. “Esta historia continuará en tu imaginación”, sentencia en la última página.
Cosas que pasan camino a la montaña juega con la superposición de la intrahistoria con la historia con mayúsculas. Tiene el aspecto de una narración que sucede en el paisaje canónico de la prehistoria. En este paisaje, el personaje femenino, como todos los de esta serie, entiende las experiencias básicas de la vida, con lo que se hibrida lo personal y lo colectivo. Una referencia a lo atávico que todavía nos (les) persigue.
La infancia India, no solo por el tamaño, es un proyecto algo distinto. Son textos y collages como un museo de la infancia. A India Toctli le corresponden el texto y las ilustraciones y recibe la ayuda en la maquetación de Jorge Cárdenas del Moral. Alicia Lindón, en sus Geografías de lo Imaginario, constata la aparición de lo que denomina museos de la intimidad, donde el yo es retratado a partir de recuerdos, fotografías, objetos… que marcan el paso del tiempo y sirven para definir la identidad personal. En este proyecto encontramos fotos de bebé, tejidos superpuestos, que se acompañan con reflexiones y poemas: “Todos los patios tenían niñas bonitas. A las feas las encerraban en el sótano”... “Para las personas adultas / bonita significaba “lo que no piensa” y fea, el resto”. Un cuestionamiento, no solo de la identidad personal, sino una denuncia de lo normativo. La autora plantea su trabajo a partir de “tres pilares principales que interactúan entre sí: la identidad, lo no normativo y las posibilidades”. Edita La Precaria Mad.
Estos trabajos son disfrutables a varios niveles, particularmente a nivel estético y profundizando en lo que van dejando de poso los argumentos y los textos. Son piezas de arte donde se juega con lo naif como estética y como mirada transgresora que recurre a lo más atávico y esencial.
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