Mónica Caldeiro es escritora, poeta escénica y traductora. En su obra encontramos Latitud sur (2021), Avispero (2019), La memoria de los planetas (2015), Vagina, cartografía y asteroide (2013). Este volumen que nos ocupa es formalmente más arriesgado, para empezar por el uso de dos lenguas, el catalán y el castellano y por hacer gala del experimentalismo que ya estaba presente en anteriores trabajos. En el prólogo, M. Antònia Marsanet resalta que Mónica Caldeiro se mueve entre dos lenguas minorizadas, el galego y el catalán. Se trata de un solo poema, escrito en mayúsculas a tres versos por página. La edición es bilingüe, incluido el prólogo, aunque citaremos en la reseña del castellano.
La lectura de este poema apunta a las dificultades que cualquier comunicación presenta al traducirse en un idioma, que cada decisión al usar un término, una expresión, implica abandonar otras posibles, otras connotaciones, otros significados. Como si el lenguaje, el discurso casi no perteneciera al emisor, a la poeta, sino que conjugara todos los significados posibles. En palabras de la autora: “No busco refugio estas palabras siquiera me libera la lengua”.
Signos ortográficos, ausencia de ellos, de vocales, interpolación de otros símbolos, onomatopeyas, palabras que se desdoblan desde los paréntesis del título. Estos versos son tanto un desafío como un juego que esconde una intención demoledora, como el uso de un vocabulario en apariencia poco lírico, más duro, considerando que la poesía es tanto el dolor como la belleza, como un tatuaje en la piel: “cerca aceras si se dice sangre si se dice herida si nací vientos de trozo// obsceno sobre una estética de nunca difusa que si solo si se // sucede se reencuentran los vientos en el vientre quuu que e noche”; “si atemor(;)zados los secretos como abierto el culo // si solo querer(se) en el mal que la escritura exige”.
En el contenido, Mónica Caldeiro pone sobre el mesa el tejido emocional como un peligro: “Edcación sentimental tmbién és l xtasis d deraper()cer”. Incluso al abordar temas, usualmente más sensibles, como la infancia: “Dfne hacia l fondo I pregunta: s l arpa de la infcia tiene nombre d sño”; “dnd todo ha muerto:: si cada segundo muere un niño, un álamo blanco, una paloma tuerta (;)”; “D la forma de s madr // sab q prder l cración dl vientre és perdrs hija pendrs madr // perdra mujer donde solo se recrren ls rlámpagos // en la noche sombra antigua de dónde vienes tú (¿)”. En la fragmentación entendemos la identifiación entre la actividad poética y la maternidad: “Adiós creación mía adiós vntr fértil del poema”; “Es el poema potencia Y/o la hija”.
Atisbamos a compartir la necesidad de desdoblar las palabras, velar y desvelar los sonidos, porque “Allí dnde td lenguaje se enfanga // experiencia d ser arrbatada desborrda terrplen frgmentario”; “S la violencia dl poema q acntece nulidad d l palabra y significado” (¿);“Toda cción s un accdent (( l más grave, l scritura ( ( // Tda dicción s frgmenta ( ((( la clave // aquí (Sguiviv)viva) )) ))).
Una constante que va apareciendo entre los versos es la asociación con la tragedia: “Abrazan si soy tan frágil cm una hectombe climática”; “Tmbién de cataclsmos soms así nosotrs les accident (ad)es // sms así nosotrs ls nochs d furia estanques lamiéndonos ls glúteos”. Es parte de la fuerza del poema de Mónica Caldeiro, la rabia y la ira transformada en el papel como una partitura que debe sonar en el estruendo: “Dsdls labios l útero la puerta su delirio frías con la visión dl fuego”; “Ls camas de ls mujeres solas de tanta manifestación de ver ardr”. Abarca desde la consideración del discurso, como decimos, (“no sufriend d tra manera l lenguaje (8des tirando dl hilo () )) ) ), y también a la voz poética, a la personalidad que toma la palabra: “soy violento / s y también esta violencia / soy sta su rostro // soy sta su parabres q rn cuentra l lenguaje d l sombras”. Una dialéctica caótica y anárquica que la poeta pretende trasladar a los versos: “somos aún l entidad d luz hasta hasta en la pulsión // d dsparecer nuestra parabra en la pulsión de ls accidntes // donde l lenguaje dja a su lugar l vacío incluso”.
Van apareciendo imágenes de la noche, el río, el fuego, metáforas del amor y de los accidentes, la dualidad entre el sufrimiento y la energía del deseo con todas sus contradicciones: “D una noche no de ríos no noche y rabia n sta noche designado todo amor”; “Tds n sta oscurida sta noche rtificialmente húmeda”; “sta noche q guarda dentro ls cicatrices mrcadas tods ls accidntes // sta s mi únic propiedad // INDESTRUCTIBLE”. Como los personajes de Crash, la novela de Ballard llevada al cine de manera brillante Cronenberg, no hay que perderle el miedo a la erotización del accidente: “Rabia, chispazo d violencia en el interior del vientre dl que se extraña versos por la cabeza con fórceps, ahogada por el aire del exterior”; “Fuego: // llama para el alimento y la circunstancias de la supervivencia de la escritura en situaciones de ausencia de privilegio social: ¿es posible escribir sin los medios para alimentarse o alimentar a los hijos?”.
Este es, en parte, un libro sobre la escritura, pero sobre todo es un grito vital del contenido de lo que la poesía debe abordar en su complejidad y dolor: “el poema y la escritura son la enfermedad (…) aquello que aísla a quien escribe”.
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