La poeta de la Granja de
Torrehermosa posee una trayectoria consolidada no solo en el campo del verso,
también como crítica cultural y experta en arte. Esencia es un volumen singular
que entrelaza estas facetas. No podemos negar la intensa poesía que se encierra
entre sus páginas a través de la mirada experta y análisis minucioso de
diferentes momentos y personajes artísticos. El volumen recoge una serie de
ensayos, de artículos sobre variados temas, saltando incluso dentro del mismo
de una obra a otra en una ramificación casi rizomática. En la primera pieza los
enormes ojos de la escultura sumeria conectan de manera natural con los del
románico de Tahull o los del Guernica de Picasso.
La
mirada de Toledo se fija en El Greco, la del paisaje viaja de Diego Rivera a
Brancusi, a Modigliani a partir de la Toscana. En ocasiones se trata de
pequeños retazos dando cuenta de la obra de Urbano Galindo, la de Ai Weiwei;
otras veces es un pequeño estudio de la mirada de Goya o Carmen Laffón. Y todos
y cada uno de los textos son piezas poéticas en las que sumergirnos y
deleitarnos sin la necesidad imprescindible de conocer las obras a las que se
hace referencia. El propio lenguaje se paladea y se disfruta por sí mismo.
No
desaprovecha la oportunidad de establecer unos criterios artísticos, una
disciplina en la mirada y la apreciación, que cobra fuerza por la gran
sensibilidad y erudición de la autora. Aprovechamos Esencia buscando algo más que la historia del arte y los
tecnicismos. Hay, sin embargo, un nexo de unión subterráneo que conecta cada
uno de los textos, y es la conciencia del tiempo, un tiempo enmarañado, a
menudo difuso, otras veces conecta momentos muy lejanos con una certeza
instantánea.
El
tono del que se vale la autora es casi el de una conversación, principal
consigo misma con la excusa de la obra, pero también de la poeta con el
artista. Una conversación a la que asistimos como quien puede comprender el
aspecto psicológico oculto de una entrevista. Es por eso que cada uno de los
textos tiene una personalidad específica, un enfoque particular aunados con el
estilo diáfano y tremendamente poético de Efi Cubero. Esencia es mucho más que una opinión subjetiva de análisis de arte.
No es una mera exposición de un punto de vista, de una interpretación. Es una
propuesta en sí misma a partir de los materiales artísticos.
Los
gustos, los objetos de la mirada son muy heterogéneos, en el tiempo, en la
variedad geográfica y en la disciplina artística. De esculturas a pintura o
instalaciones, arquitectura. Nombres muy conocidos, clásicos a otros menos transitados
por los manuales y por la actualidad. Es la propia sensibilidad del artista lo
que propicia la reflexión, que interpela a la escritora para expresar la
complejidad de la obra, no tanto para buscar una explicación, sino más bien
para hacer notar las diferentes cuerdas que han vibrado a partir de la obra del
artista. Por ejemplo, cuando dice que “a Rodchenko lo seguimos amando porque él
representa la perspectiva laberíntica, acristalada y vulnerable, de nuestro yo
más urbanita y frágil”, o que “Monet presente en la retina como la eternidad
del mar, la tierra, el bosque, el fuego. Inundado del sol de unos colores que
jamás se cuartean ni se pudren sobre el agua del tiempo”.
Aprovecha
Efi Cubero lo que ella misma denomina condición
del extraño, de la mirada desde el afuera, para acercar a las
contradicciones inefables de la obra de arte. Maimónides proponía un manual
para perplejos como método para la filosofía y entender el mundo. No es el
despliegue de la erudición lo que interesa, es la visión personalísima, la
incardinación en la vida cotidiana que observa y reflexiona, que se emociona y
que incorpora a su vivencia diaria. Por eso hay quienes ven en Esencia una
mezcla de diario y el ensayo, son tan importantes los recorridos, los paseos
por calles y salas de museos, las referencias a estados de ánimos y a
recuerdos. Por eso es básica la ausencia de pedantería entre estas páginas,
porque el conocimiento es la clave para el disfrute y no para la jactancia. El
aliento poético se advierte en las imágenes y en el relato que utiliza para
algunos artistas y obras. Y, especialmente, el talento para subrayar el detalle
decisivo, aquel que nos da la esencia
de la obra de arte.
Muy hermosa esta reseña del libro de Efí Cubero. Sin conocerlo aún, pero si habiéndome acercado a la autora en sus expresiones, considero que lo fundamental de esta nota es la capacidad que ha tenido el Javier Gallego de aprehender el verdadero sentido de “Esencia”. Y lo que despliega, sin duda, es que este libro es “mucho más que una opinión subjetiva de análisis de arte. No es una mera exposición de un punto de vista, de una interpretación. Es una propuesta en sí misma a partir de los materiales artísticos.”
ResponderEliminarY esta propuesta es lo que efectivamente valida su búsqueda y sus hallazgos. Y ese “nexo de unión subterráneo que conecta cada uno de los textos, y es la conciencia del tiempo, un tiempo enmarañado, a menudo difuso, otras veces conecta momentos muy lejanos con una certeza instantánea.”. Todo visto a través de la visión poética de la autora, que le permite, sin duda, “subrayar el detalle decisivo, aquel que nos da la esencia de la obra de arte.”
De la lectura de esta nota sólo puedo decir que es un libro de lectura indispensable, porque invita a ejercer esa propuesta desde el interior y no desde los programados esquemas formales que encapsulan el arte en formatos vacíos. Es lo que conecta la obra a quien lo recibe, lo que la rescata del territorio reseco de las exposiciones. Y queda reflejado el camino más auténtico de acercarse a ese colosal registro de la conciencia del hombre, tan peligroso y subversivo, que suele pasar como una distracción y no como el estallido de la herida de un mundo y un vivir que ha perdido su rumbo y su esencia humanos
Muchas gracias por tus palabras. Es una gran satisfacción llegar con una reseña
ResponderEliminarSuerte de conocernos y poder compartir tu sabiduría.
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