A punto de salir sus Epitafios incompletos, qué mejor
momento para revisar este conjunto de poemas centrados en la figura mítica de
Penélope. María Luisa Domínguez Borrallo es una poeta de Gibraleón, incluida en
diferentes antologías, con un importante recorrido en actos poéticos, y cuyo
primer libro fue No Pongas Nombre al Olvido (2015). Aprovecha en esta
ocasión para realizar otra lectura de un mito. Casi en cada poema hay
referencias a la historia de Ulises y Penélope, lo que redunda en la unidad
conceptual. Porque Penélope también vive su propio viaje: “Me desintegro en
Ulises / y dejo de llamarme Penélope” (Dejar de llamarse Penélope),
aunque sólo se hable de ella por la espera: “Sigo tejiendo en tu lienzo / el
ruido del mundo” (Soledad y silencio). Todos los poemas de este volumen
le sirven para reflexionar sobre el paso del tiempo, el amor y el compromiso,
la espera y el deseo. “Ya lo mido por fragmentos / de miradas, por los ratos /
en que puedo contemplarte” (El tiempo).
Es una
poesía sobre todo reflexiva, pero también sensual, sentimental y físicamente
“¿Cómo vivir esta muerte diaria
donde no término siendo cadáver?” (Sólo para mí)
Con un
cierre cada poema que sentencia con rotundidad el mensaje:
“a lo que los doctos llaman ausencia,
a la que yo le pongo tu nombre” (La hernia)
La
orientación vocacional del compromiso de Penélope hacia Ulises trasciende el
valor de los géneros, es un ejemplo básico del ansia y la dependencia, como en
el significativo título del poema Mi órbita sobre ti.
La segunda
parte, Tejiendo ausencias, abunda en las sensaciones de la relación y la
distancia, así como la propia identidad como reflejo de la identidad del Otro:
“Dime que te sigues llamando Ulises, / que volverás para yo seguir siendo
Penélope” (Llamarse Penélope). Esas dualidad también se especifica en el
dolor y el placer, en tanto que ambos provocan, conjuran el recuerdo.
“La madeja se enreda por momentos,
Penélope en su odisea sueña con ser Ulises.
Es mejor blandir la espada en Troya,
clavarla en Ítaca supondría atravesar
las entrañas de la fiera que es ella misma.
Ítaca es una trampa mortal, un fallecimiento diario
donde no se entierra a ningún difunto,
donde la muerte ha dejado su aroma
en un sudario que no termina de bordar nunca” (Penélope
sueña)
María Luisa
Domínguez Borrallo deconstruye la historia con todas las implicaciones, porque
la verdadera heroicidad es la de Penélope, porque es quien se enfrenta y acepta
su destino, quien teje y desteje, apaciblemente –en
apariencia–, retirando pretendientes, marcando su fidelidad a
una promesa, a un deseo, por mucho que los años desfiguren el rostro de su
amado hasta hacerlo irreconocible.
“Tratas de convencerme
de que soy Ulises, el objeto
de tu espera y tu deseo.
Mientes más que respiras.
Soy yo quien se pincha
los dedos tejiendo el tiempo” (Tejiendo)
Hay un
reproche a Ulises: “Vuelve a buscar a la mujer que no duerme, / la que descose
su vida mientras lo sigue esperando” (El héroe).
Este es un
mito clásico pero el recorrido de la autora no se recurre a teñir de clasicismo
de cartón piedra su vocabulario, huye del tono épico, no quiere jugar con la
falsa complicidad del pastiche. Penélope es contemporánea: “La estación de los
meses no vividos / es un choque frontal con otro vehículo” (Sin la corona).
“… la paz es
un alacrán
dentro de un
círculo de fuego” (Alacrán)
Este Ulises engaña, no es fiel, no son heroicidades, son
aventuras, en el sentido más prosaico del término.
“He buscado a Penélope
en otras caras, en otras mujeres
y Penélope soy yo intentando
encontrarme, alcanzarme
y quedarme en este lugar” (El beso de Ulises)
La verdad de
los mitos es su mentira, la que nos permite situarnos en su lugar, mejor, la
que hace que nuestro lugar sea el del mito. La mujer que espera, que no es
pasiva, que desea, que actúa, que no olvida, que inventa –descubre–
nuevos mundos. Los que están en la mente de Penélope. Los que están en las
sospechas de Penélope.
Esta es la
historia que nos desmenuza María Luisa Domínguez Borrallo. Lentamente, dando
vueltas en círculos concéntricos a cada aspecto, cada sentimiento, cada matiz
que el mito y la realidad nos presenta. El olvido y la lucha contra el olvido,
la memoria y el deseo. (Y todo ello sin referencia alguna a Kavafis.)
“Yo, que ya no te reconozco ni en los puntos suspensivos…
que na no sé si podré esperarte más…” (Al volver de Troya)
Cómo siempre una reseña bien elaborada, correcta. Pero no me ha llegado como las demás.
ResponderEliminarMuchas gracias.
ResponderEliminarEs una hermosa reseña, un texto que desnuda al personaje y a su autora. Me siento honrada y emocionada.
Impresionante su autora u quien hace su reseña.
ResponderEliminarUn abrazo querida Amiga María Luisa.
M.C.Milla
Muchas gracias por estas amables palabras.¡Así da gusto compartir lecturas!
ResponderEliminarEs un placer leerte
EliminarAcabo de recomendar este libro por la reseña en un grupo dedicado a la lectura. Pedían una recomendación de poesía para una amiga y he pensado anda si el Sr. Gallego hace unas reseñas fantásticas.
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