La poeta y cantautora (en excedencia desde el 2000) Mónica Doña
ofrece aquí un volumen temático sobre la condición femenina. De igual forma que
se centró en los objetos cotidianos en su anterior La cuadratura del plato
(El Páramo, que obtuvo el X Premio de Poesía Vicente Núñez en el 2010),
ahora quiere reflexionar sobre la necesidad de reinventar la identidad
femenina. Analiza, reflexiona sobre los diversos “modelos” de mujer, en
especial los ofrecidos desde los medios de comunicación (ya sean de ficción o
reales). Es un libro poblado por mujeres, a través de las citas, las
dedicatorias, los personajes, el tema… Un tema, por esto mismo, necesario.
El libro se
estructura siguiendo las partes en las que se divide el argumento de Thelma y
Louise. En la primera parte, Femenino y singular analiza la “huella” de
los modelos históricos de mujeres singulares: Juana de Arco, Rita Hayworth,
Billie Holiday, Marie Curie, Cleopatra, Frida Kahlo, Teresa de Ávila, Coco
Chanel. No es un memorial de afrentas, sino la explicitación de la herencia
simbólica que hay que reivindicar de estas mujeres porque “La historia escribe
nombres con minúscula, / sigue siendo solemne y carece de estilo” (VIII).
Mujeres por las que los hombres –algunos
hombres– se han sentido amenazados. Por eso, alguna, como Rita Hayworth
confiesa “acabé siendo olvido, feroz y denso olvido” (II), o como Billie
Holiday:
“Desde mi voz doliente y perseguida
yo os saludo, varones
…
Yo os saludo a vosotros,
cultos hombres de invierno
que en tardes melancólicas
me seguís
escuchando
Por alegrar mi muerte os pediría:
respetadme, queredme.
Pues soy la medicina
que alivia vuestro morbo
o vuestro llanto”
(III)
Para Coco Channel
hay una reivindicación muy básica, cotidiana, como gran parte de las luchas que
ha desarrollado la mujer en los siglos XIX y XX –y
que deberá continuar en el XXI–
“Debo darte las gracias
por sacar mi cuerpo de la cárcel.
Al fin pude bailar por calles y
oficinas
y París me miraba
como a ti” (VIII)
De vez en cuando
aparecen juegos de palabras (“Tanto temor al Arco” (I), dice para Juana)
o juegos con las palabras (el dedicado a Frida Kahlo); paradojas (“la
única salida fue el encierro” para Teresa de Ávila) o apropiaciones (“Dios nos
salva, María”, para Curie), pero la cualidad que predomina en los versos es la
transparencia, la sutil cualidad de parecer clara y diáfana, cercana, personal,
sin confesiones ni retóricas, aunque siembre hermosos alejandrinos, como el
dedicado a Madame Curie: “Por amor a la ciencia se quemaron mis ojos”
La segunda parte
del libro, Tiempo muerto. (La captura) también comienza con una cita de
Callie Khouri, guionista de Thelma &
Louise y va desarrollando fragmentos sobre los peligros de las relaciones
de con el varón, la lucha de sexos. Comienza con el riesgo de divinizarlo y de
transmutar la fe en amor hacia el hombre varón:
“Buenos días, mi dios, ¿dormiste
bien?
Yo estuve desvelada, ya sabes, tengo
insomnio.
Te oí roncar desde mi habitación
pero no importa, dios,
estoy acostumbrada.
El único problema
es adorarte, dios, durante el día.
A la noche es distinto:
cuando nacen los besos,
el ansia entre los dientes,
los poros dilatándose,
las lágrimas del pubis
que enjugas tú debajo, dios debajo,
qué humildad tuya, dios, algunas
veces,
y mi grito ¡dios mío! Como si en ti
creyera
con mayúsculas.
Pero amanece, dios, y estoy perdida
porque tú no permites que te quiera,
tan sólo que te adore y luego alabe
la exquisita bondad del desayuno
que te dignaste hacer para los dos.
Te doy las gracias, dios, pero debo
alejarme
(...)
Oh dios de la ceguera omnipotente,
siempre espero el milagro:
dios de nuevo hecho hombre,
pajarillo aterido
junto al mío.
Pero no late un hombre
en ti
tan sólo existe
el dios. (De la fe y la esperanza)
De la misma forma
que reflexiona sobre las dificultades de evitar ese tipo de relaciones: “Pues
tú, querida hermana, / tú no tienes remedio. / Por eso siempre acabas en la
boca de lobo” (La hermana). Porque, entre otras circunstancias, la
herencia de cierto tipo de religión ha sido, y sigue siendo cómplice en el
sometimiento de las mujeres: “La niña tiene miedo / porque piensa / que va a ir
al infierno de cabeza” (Juegos infantiles). El precio del placer,
dice en el siguiente poema, “porque sigo sumisa las reglas del juego” (Metamorfosis
forzosa) sobre las circunstancias, que no son parte de procesos naturales,
sino que han sido colonizada por lo masculino.
“Ya no tengo ni estrógenos,
mundo raro y violento
que confunde la fuerza
con el toro de hierro
que me asalta en
la curva del camino.
Hoy pides para mí paridad,
multiorgasmos,
parcela de poder.
Ya no te quiero, mundo.
No vengas más a hacerme daño.
No quiero ya mi
cuota de placer
Debería ser ciencia
la paridad. Suplico:
menos
testosterona, por piedad” (Metamorfosis forzada)
El beso de Klimt
le sirve para hacer patente cómo de perverso puede ser el imaginario del amor y
cómo las imágenes pueden ocultar el peligro.
“(Que en la obra elegida él domine
la escena
y ella cierre los ojos postrada de
rodillas
al pie de un precipicio
son detalles que no se tendrán en
cuenta)
…
Las jóvenes parejas del siglo XXI
siguen en el intento:
construyendo el
amor al borde del abismo” (El Beso de
Klimt)
La reflexión
poética va encaminada a cuestionar no las figuras en sí, sino la lectura
interesada, la utilización de estos símbolos, como M. Curie, Coco Chanel, El
Beso de Klimt, que han hecho desde los medios de comunicación el patriarcado,
creando un imaginario de mujer, de amor a través del sesgo en los mitos.
“Pero cantaré el cisne para el sordo
mientras inicia el vuelo la cigüeña,
traerá una niña sana para el siglo
y esta verdad
amarga:
Si quieres que comience el baile de
tu vida,
deberán darle muerte al moribundo
y enterrar junto a él tu rosa de
pasión,
la enferma flor
que brota de tus lágrimas” (Tiempo
muerto)
La tercera parte,
Mujeres al cabo (La escapada) sitúa a 8 mujeres en el cabo de las Ágatas
(aka Cabo de Gata) para reivindicar
la sororidad. Sin embargo, aparece el añorado Javier Egea, único varón:
“Definitivamente / ya es muy tarde, Javier, mas seguimos contigo / como novias
perpetuas” (Tarde en la Isleta del moro). Es una sección con mayor
esperanza:
“Cuando tus pies se mojan
seguirán caminando sobre el agua,
cada vez más liviana, más liviana.
Serás de nuevo el pez que un día
fuiste,
serás la mujer
líquida” (Agua amarga)
Hay también una
marcada musicalidad de canción: “Es hora de cantar / sin ser voz de emergencia”
(Arrecife de las sirenas).
“Vade retro, Caronte,
que estas chicas Erasmus saben
mucho,
acaban de llegar mas ya conocen
las sólidas
verdades del barquero “(Chicas Erasmus)
Mónica Doña
utiliza elementos narrativos para su lírica, aprovechando el movimiento
argumental que vertebra el poemario. Una auténtica road movie, como la
que le da título. Sin embargo, a diferencia del filme, el final no es la
autoinmolación, sino la esperanza, la solidaridad y el paisaje se unen para
abrigar una nueva esperanza.
“Y en la alta noche
del hombre de mi tiempo,
ser estrella
olvidada” (Los escullos)
La primera
persona del femenino (singular y plural) domina el volumen, y a través de ella,
Mónica Doña consigue trascender a la condición humana.
“hoy no somos ayer mas lo guardamos
adentro de la luz limpia del día
que nos propicia
un rayo del futuro” (El cabo de las Ágatas)
Me encanta....lo has vuelto. Conseguir. Este tendrá que esperar ha ser leído. Lo dejaremos para marzo por el este mes simboliza en el aspecto femenino. Mil gracias... increíble
ResponderEliminarLe tengo muchas ganas a este poemario. Gracias por la reseña Javier.
ResponderEliminarSaludos,
Sandra.