viernes, 17 de enero de 2020

Reseña de Ana Martínez Castillo: ‘Reliquias’. Eolas ediciones. 2019


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La obra literaria de Ana Martínez Castillo se bifurca entre la literatura infantil y juvenil (Cómo cocinar princesas, Nubeocho, 2017 y traducido al inglés y al italiano;  Gusarapo, 2014; Liliput. Hadas que muerden, 2013), la poesía (siempre recomendables  Bajo la sombra del árbol en llamas, 2016; La danza de la vieja, 2017 o Me vestirán con cenizas, 2019) y la narrativa. También ha colaborado en prensa y se dedica a la crítica literaria. Este, por lo tanto , es el primer libro de cuentos.
                Los relatos aquí reunidos se sitúan ya desde la inquietante fotografía de la portada en el territorio de los miedos y temores, pulsando con sabiduría aquellos terrores más internos del ser humano y de la sociedad concreta esta que nos ha tocado vivir aunque los sitúe en marcos temporales y espaciales alejados. En el primer relato, por ejemplo, se conjugan con sorprendente encaje, el mundo de un futuro distópico con la nostalgia propia del romanticismo. Son terrores eternos.  El miedo es el motor del relato y es el motor también de la acción de los personajes. A veces sobrecogedor, en otras ocasiones, cargado de una tristeza infinita y siempre inquietante.
Las atmósferas y el desarrollo de la intriga recuerdan a los relatos de Wilkie Collins, aunque, a diferencia de éste, el lenguaje, preciso, lúcido, evita cualquier tipo de recargamiento ornamental. En otras ocasiones Ana Martínez Castillo nos presenta situaciones kafkianas en las que el individuo se debe enfrentar al absurdo de la existencia. Ese punto absurdo se condensa en el concepto de reliquia, aquello que es resto del pasado, símbolo de aquel y que marca la resolución vital de un presente que no puede despegarse. En el planteamiento de Los chinos hay un recuerdo al Informe sobre ciegos de Ernesto Sábato.
                El volumen está dividido en tres secciones, agrupadas por algún tipo de leit motiv, pero con historias independientes: Ecos, Reflejos y Descensos. Un rasgo interesante es la heterogeneidad de materiales y atmósferas, una gran variedad de miedos, desde los típicos fantasmas a los zombies contemporáneos, los demonios y la ciencia ficción (cómo no recordar entonces las Crónicas Marcianas de Bradbury). El tratamiento procura ser fresco, recurriendo a la ironía y al humor si es necesario, pero siempre dotando de una atmósfera de inquietud y peligro en cada una de las páginas. Hay alguno de los relatos especialmente doloroso, al menos, personalmente, como El amor de una madre o Paciencia, al que no sé explicar muy bien por qué asocio con los comics de los 80 de Josep María Beá. En el terreno de lo contemporáneo, el Extraño episodio en la vida de un opositor actualiza  el mito de Fausto en una realidad muy cotidiana. Los tiempos que corren no dan para millonarios.
                Reliquias es una excelente forma de entrar en un año que amenaza el apocalipsis de la mano de relatos ágiles y cuidados, en los que podemos  sortear algunas prosas que podían llenar un libro de pequeños poemas.
“Porque en el bosque había cosas. Cosas antiguas. Cosas muertas que esperaban. Y hacía mucho que había caído la noche”

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