viernes, 10 de julio de 2020

Reseña de Rafael García-Godos Salazar: “Música para monstruos”. Ediciones Liliputienses. 2020

nuggets on Twitter: "dentro de unas semanas, @Liliputienses1 ...
“Todos somos en un mismo poema”

Rafael García-Godos nació en Lima en 1979. Ha publicado Viruspop / raggs (2004), queridolucía (2007), MVXO música para monstruos (2017), Reality Nuggets (2020). Su poesía aprovecha todos los recursos que la palabra ofrece, tanto auditivos como tipográficos, cerca de la poesía visual, como los bateristas que no se limitan a los parches de los tambores y hacen ritmo con golpeando, rasgando o rozando cualquier superficie de su kit de batería. La forma al servicio de un fondo transgresor, amante de los límites y de quienes los habitan.
 “para escribir un poema.
lee todo lo que puedas olvida todo lo que lees para escribir un poema escribe con la mano abierta con la mano vacía olvida todo antes de escribir un poema para escribir un poema no hace falta decirlo o escribir cómo se escribe un poema para escribir un poema hace falta escribir rescribir escribir rescribir con la mano vacía que no lee y con la cabeza como una hoja seca en el cemento que no sirve para nada sino para escribir un poema”(Instrucciones)
Esta, digamos rebeldía, podemos decir que incluye incluso el concepto de autoría individual: “Pero no es mi culpa / si en el poema hay otras manos / si mis huesos se hacen polvo y / todavía no sé / no encuentro dónde nace el río” (Lírica para monstruos). Y, sobre todo, indica una querencia hacia los seres marginales, incluyéndonos a los propios o no. Por eso la primera parte se titula “Esto no es música para esferas / esta es música para monstruos”.
El lugar donde habitan es la Casa castillo: “Este lugar donde el monstruo / y la neurosis se tragaron a mimadre / como una pastilla dormonid”, una especie de lugar a la vez físico y metafórico donde moran los que no se sienten inmersos en la normalidad ordinaria. Dar voz a esos seres, a esa parte de nuestros propios seres, es la tarea de este poemario: “Oídos y boca para SORDO/ MUDO / se trata de construirme / PRÓTESIS PARA POEMAS” (Un buen lugar). La Casa castillo tiene mucho que ver con el territorio onírico: “el sueño / es la emoción de los posibles amores / juveniles y suicidas / abrazados a juramentos inútiles” (Plan C); “Luego no llegué a distinguir / lo que las pesadillas comenzaban a decir / imagino que eran como instrucciones / para descifrar los nombres / que alguna vez tuvieron las cosas” (Vuelvo al sueño).; “Hemos caído en el subsuelo del mismo sueño / ahí donde todo lo que vemos / nos parece o no un ensueño”.
Y tiene también mucho que ver con la dificultad para transmitir en forma de escritura lo que es vivo y vibrante: “La poesía ha muerto escrita”, dice en un momento Rafael García-Godos. Y continúa: “Las piedras se siguen estrellando contra mi ventana / como los nombres que una vez conocí” (Ich Auch IV); “Los libros hechos polvo están  / de sus nombres cenizas quedan / su belleza es una llamada a la muerte / un amante traicionero y adicto” (Un reloj de pared). La fosilización de la realidad a través del lenguaje no es un tema nuevo, pero es recuperado para dar posibilidades expresivas a una cierta transgresión, como en El único consejo: “Olvida el nombre de las cosas               sus matemáticas / vive en blanco            que un pan se llame lápiz / desayuna un lápiz / la comida más importante del día / siéntate      olvida    muere”. Poca esperanza, después de todo, queda al poeta: “Héroe mutante viene de los futuros poemas / y yo le huyo /…/ que para hablar morirá dentro de la sombra de la palabras en blanco” (Héroe mutante).
Como viene siendo habitual, las citas al mundo pop no son extrañas, en este caso al grupo Radiohead: “Veo al poema tirado en la cama / quita que me largue / que no puede ser mío / el poema / con cualquiera hace el amor / locos monstruos poetas” (Exit music for a film). Sin embargo, es más cercano al espíritu de Nietzsche. Las coordenadas oscilan entre el filósofo y el espíritu de Tod Browing (“Los monstruos no cambian / solo descansan”): “es un tonto este Viajero / no sabe que para llegar a donde debe / no se necesita pies ni camino / porque no hay lugar donde ir. // Todo está aquí / adentro / en vida” (El viajero); “Los marmotopos pueden tomar la forma de / un jabalí un tigre una mariposa, un árbol un pez un río /…/ así llegas a reconocerlo / no revelará el nombre que tenían las cosas antes de su nombre” (Marmotopos II). El profeta, el viajero (“Viajando olvido como atarle los zapatos a su sombra” (De lo que no se hizo), el errante, quien desconfía de lo establecido y se complace del devenir cambiante del universo: “Cuéntame cómo cambia el mundo / cómo culta la trampa de tus ojos azules / las estrellas que recorren tu cuerpo” (La piedra al río). Nietzscheana es también la desconfianza hacia las palabras: “La palabra descompone la forma del universo / se hace daño / porque hay cosas que no puede describir / como la oscuridad de esta caja / donde sentado observo el incendio del poeta / luz extinta de sus manos / que cargan la palabra / mi universo” (Soma); “Esta mañana el Oráculo impresora me ha despertado / tirado letras por toda la casa con páginas llenas de códigos / me ha dicho que este lenguaje se posee a sí solo / por sí solo: es el lenguaje visto como un castillo” (Oráculo impresora); “Para usar este recuerdo / alguna vez quise decir algo / sobre la inutilidad de los mapas / sobre su necesidad / sobre su búsqueda infantil de un Jardín / una metáfora del lugar idea / una promesa para manipular” (Mi voz III). Por último, sostiene: “Las máquinas inventamos el verbo”.
“No importa borrar
la poesía no sirve para transmitir ideas
No importa borrar
la poesía no sirve para profundas confesiones
no importa borra
la poesía solo espera que el sueño la destruya
asfixie las palabras
la poesía no aguanta
se resbala
se olvida del
poema” (No borrar)
El amor a la vida a pesar del sufrimiento, más incluso, por el propio sufrimiento forma parte de la filosofía de Nietzsche: “En el nivel más placentero de la mortificación / lo aprendido se hace esencia de poderes” (Suicida de la plaza Tian’ammen).
Quizás entroncado con la filosofía de Foucault, otro gran nietzscheano, una gran parte del poemario recrea una reivindicación casi queer: “Esta no ha sido idea mía / no me siento macho / no me siento hembra          soy un mixen /…/ Uno escribe para despedirse / es decir / yo escribo para despedirme de / este rincón donde se guarda la culpa / un corazón azul / marciano” (Mental & Sabrosura)”; “Con calma he descubierto algunas voces rebeldes que cruzan la esquina, extrañas ideas de equidad, extrañas ideas de unión de hombres con hombres, con calma descubrí fantasmas contra tu corona rey poeta, tontas ideas que trae el sol a tus heridas, fuiste rey poeta, pero ya el poema se ha borrado” (4 puertas cerradas). Sin embargo, la mayor diferencia con Nietzsche es la apelación a lo que llama Nueva Iluminación, que si bien entronca con la faceta de Zaratustra como profeta, es sensiblemente diferente y más apocalíptica: “Antes de la Nueva Iluminación se veían algunos de otros animales a ti semejantes en la transparencia del agua que empezaba a formar el río al que llamarían lagarto lleno de viejas aves oscuras en las escamas de sus piedras” (Era vulgar).
De Tod Browning toma el amor a estos seres y su identificación y ternura a pesar de todas las condiciones: “a este hombre / yo le doy mi corazón hecho árbol / para que vea con qué se hace candela” (Mi corazón hecho árbol);  “Todos somos party monsters / buscamos diversión en la noche” (Escucha: estoy tratando de salvar a alguien); “devotas de la zorritud” (Yo solo dije); “los ángeles de West Hollywood exageran / cada una de sus palabras / cuando nadie los ve / trenza su culpa con más cuerpos machos // los ángeles de west hollywood bailan into the groove / ellos conocen el celeste viento / que hacen rodar las nubes” (los ángeles de west hollywood). Sobre todo: “no hay poema que sepa cuidarte /…/ este poema tiene VIH y en él entran: / locos travestis trans afeminados lex pasivos ollas pasivos achorados” (Curtida). Rafael García-Godos toma a dos personajes, a Pepa y la Regia, como muchos de los seres que Lour Reed nos acercó del downtown neoyorquino: “Estoy harta de bailar aquí tan sola” (l Regia) su amiga; “Con taco aguja de LA REGIA / no es José Ricardo Vega / con su concheno José es bien mujera / en bien femenino” (La Pepa (José Ricardo Vega)). Hay una mirada de descarnada belleza, de afecto, de comprensión, casi de ternura: “miniña / estuve tanto tiempo dormido en el Castillo / que ahora no recuerdo al chico que decía escribir un libro / y en realidad copiaba la historia del primer fuego” ( A miniña, mimadre llena de sedantes). Porque, en el fondo, todos los monstruos somos humanos en la medida que todos los humanos somos monstruos: “El Nuevo Día se presenta / todos llevamos un mismo nombre / todos le pertenecemos a todos” (Una nueva Iluminación).
“En un cuarto inventado sin luz
no eres tú la poesía
ni este cuerpo
si lo fueras
todos te estarían follando
/…/
no eras tú
tampoco tu voz tú
no entiendes porqué todo esto
por qué corto el poema con otras voces
/…/
menos etílicos
menos cuidadosos
menos ubicados
más oscuros
más trans
gresores             yo pondré la guerra       yo
hasta volverme una loca”(Yo pondré la guerra)
Un llanto, casi un grito para terminar esta música para monstruos: “… y no los sigo y prefiero enamorarme tres veces al día / y que por lo menos dos me rompan el corazón por el culo / para destruir la última página  para ESCRIBIR SIN SABER / EXACTAMENTE / LO QUE QUIERE DECIR / EL POEMA / ESCRIBIR PARA ACERCARSE /…/ Escribo MVXO, MVXO, MVXO, MVXO, MVXO, MVXO, MVXO / sin saber qué significa / porque no encuentro / nada entero” (MVXO [Nada entero]).

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