viernes, 24 de julio de 2020

Reseña de José María Cumbreño: ‘Curso práctico de invisibilidad’. Ediciones Liliputienses. Tercera edición revisada y aumentada.

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“Ningún mapa es inocente”

Según reza en la nota biográfica, nació en la Isla de San Borondón en 1972, “tiene una perra llamada Rima y un pasaporte que no ha usado nunca”. Esta es la tercera edición para un compendio de su actividad poética. En lugar de organizar los poemas según su poemario de publicación, se componen con una lógica total, haciendo patente la consistencia de la obra de José María Cumbreño y la permanencia de sus opciones estilísticas transversalmente a la cronología. Prefiere agruparlos en dos secciones, Mirar y Ver. No hay más información en esta Casi poesía entre 2000 y 2020. Más que casi, legítimamente sería más-que-poesía. Por ejemplo, en el soliloquio inicial, Made in China (Lavadora y retórica), vamos encontrando fragmentos de discrusos encadenados sin un armazón lógico aparente: “De hecho, en los bazares chinos el término real casi siempre vale menos que el imaginario. Por eso, después de haber entrado en unos cuantos, se comprende mucho mejor a Hamlet, príncipe de Dinamarca, que, sin embargo, hablaba en inglés”.
Hace gala Cumbreño de un amor total hacia la poesía mientras que recela de los ambientes poéticos: “En poesía queda bien ese tipo de estructuras en cadena, pues ayudan a engordar el ego de los lectores aventajados y, así, sigan comprando libros de poesía”. El caso de  Los poetas inventados o el Traje nuevo del Emperador es el más devastador de todos. En el largo poema Breve biografía apócrifa de Walt Disney, podemos entresacar lo más parecido a un manifiesto poético de José María Cumbreño: “Te pongas como te pongas, / un poema (También este, por supuesto)/ no es sino un ejercicio / de malentendidos y simetrías”; “Cualquier objeto posee la capacidad / de simbolizar algo / y su contrario”; “El Santo Grial / debe tener el tamaño / del vaso de plástico del Starbuck’s”; “Escribir. / A pesar de que a las chicas / le dé siempre por enamorarse / de los tipos duros” (Breve biografía apócrifa de Walt Disney).
Para el establecimiento de su actividad, es recurrente el uso de objetos, de frases, de relatos cotidianos para desubicarlos y presentarnos ante un paisaje inesperado, en el que todo es conocido y, precisamente por eso, salen a la luz aspectos y conexiones ocultas: “Ten en cuenta que el árbol crece en dos direcciones, pero solo una brinda un lugar a la sombra” (El árbol); “Purgar los radiadores para que den calor. / Más o menos lo mismo que con las palabras” (Purgar los radiadores); “Porque a nosotros es lobo también nos ha mandado por el camino más largo” (Érase una vez). Juega con los objetos como un Cortázar podía hacerlo: “A pesar de su tamaño, es el más cruel de los espejos, O el más sincero, según se mire. Su principal utilidad no es reflejar el rostro de quien lo contempla, sino mostrarle insistentemente, al tiempo que cree que avanza, lo que ha dejado atrás” (El retrovisor). O tomando como referencia la profesión: “Media vida pasando lista, acostumbrado a escribir solo el nombre de los ausentes” (Contar).
A menudo juega en el terreno intermedio de los aforismos y las greguerías: “Yoyó, metáfora infantil de la soledad”; “Subía los peldaños de dos en dos. Es decir, llegaría arriba habiendo conocido solo la mitad de la escalera” (Escaleras); “El frío es un animal transparente” (Demoliciones); “El sujeto hace. / Al objeto le hacen hacer” (Diccionario de dudas); “Capacidad de la clase media para bailar, los sábados por la noche, música creada por negros y latinos” (Tolerancia); Himno: “Música que se toma demasiado en serio a sí mismo”; “Estar seguro de algo implica no haber perdido todavía lo suficiente”; “Para tratar de entender qué es una rosa, quizás lo mejor no sea dedicarle versos, sino podar rosales”; “Arreglar un enchufe me hace sentir mucho mejor que escribir un poema”; “La vida casi todo el rato parece una película con poco presupuesto”; “Los discos de vinilo suenan gracias a una estría. / A un surco. / A una herida”.
Hace el autor un ejercicio de introspección y de contención emocional, como cierto budismo zen, todo conectado con el karma, “vasos comunicantes”: “Todas las casas se construyen con presencias y ausencias. / El ladrillo que se pone será un muro. / El ladrillo que no se pone será una puerta” (La parte por el todo). Uno de los temas fundamentales es la falsedad o no de las apariencias, el teatro, no parar de cuestionarse: “Las fórmulas matemáticas / definen las proporciones de las utopías” (Demoliciones). Los recuerdos como profecías, como destino, y mucha obsesión por los sueños: “A veces tengo la sensación de que mi vida le debe de estar pasando a otro. / A veces creo que yo soy la copia, no el original” (El original y la copia). Algunas veces son argumentos dignos de cuentos de Allan Poe, valga como ejemplo La bolsita de té
Cuando abandona la faceta de explorador de metáforas ocultas, y nos permite acercarnos a su interior intuimos quizá miedo a la soledad. Y rápidamente se revuelve con sentido del humor y con muchísima ironía: “Por lo general, al profesor de literatura no le gusta la literatura. / Habitualmente, al estudiante de literatura la literatura no le interesa. / En cuanto al escritor, sin tiempo para minucias, bastante tiene con leerse a sí mismo” (El profesor de literatura).
Otra de las aristas de este editor y poeta es la más combativa, en la que despliega una mirada corrosiva hacia la sociedad: “La invisibilidad no consiste en un estado objetivo. Depende más de quien observe que de lo observado” (Curso práctico de invisibilidad); “La decisión que se toma / incluye, al revés de lo que parece, / las decisiones que no se tomaron” (El mal de altura); “Durante años, la ropa que me he puesto lo he heredado de mi hermano mayor. / MI nombre me lo pusieron por mi abuelo. / El primer coche que conduje era de segunda mano. / La primera mujer que me besó ya había besado a otros” (Identidad) o, más conciso: “Yo juego. / Tú juegas. / Él fabrica los juguetes” (Conjugación verbal).
El sentido de un viaje, de recorrer el espacio como quien es recorrido por el espacio: “Escribo espacio y escribo tiempo. Y me doy cuenta de que en realidad no sé qué significan ninguno de los dos” (Contar);  “Algunos lugares no están hechos / de distancias en los mapas, / sino de todo lo que en esos lugares / fuimos, / tuvimos / y perdimos”. Ni incluso las convenciones determinan lo que definimos, a veces, acogemos certezas más íntimas, más personales: “El invierno no es el frío: / es el desamparo / de las piscinas vacías / o un rebaño de ovejas / pastando sobre la nieve”.
Hay un poso de tristeza, de nostalgia por lo que pudo haber pasado, por los derroteros que la vida pudo cambiar, y por la certeza de que volveríamos a tomar las mismas decisiones: “Y solo por una vez hubiera logrado que este puñado de mentiras no se pareciese tanto a mí mismo” (Making of); “Creo que no he dormido nunca. Creo que no he soñado nunca” (Doblaje). Una sensación de que la falsedad habita en cada uno de nosotros, la extrañeza: “Como si nuestro estado natural fuera el del extranjero, el que no se encuentra tan lejos de sí mismo que ya ni se molesta en hacer el esfuerzo de tratar de recordar por dónde se vuelve a casa” (Tan lejos de sí mismo); “En clase casi siempre me siento un impostor”. Y frente a todo ello, la escritura, como en el poema Casa llena de ruido. Como resumen, Escribir a pesar de todo: “Para eso creo que escribo. / Para intentar filtrar mi vida. / Y quedarme al menos con las impurezas”
 “Cada vez escribo menos.
Cada vez me da más vergüenza escribir.
Por lo general, se piensa que la inseguridad suele ser el lastre de quien empieza, aunque quizá el momento en el que se da de verdad llega después.
Al principio las cosas sencillamente se hacen.
Luego uno empieza a preguntarse no tanto por qué hace (cualquier palabra, convenientemente golpeada, se convierte en una excusa), sino a quién cree que va a engañar con todo esto” (Excusas para dejar de escribir, Excusas para seguir escribiendo)

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