Ricardo Álamo es profesor de Filosofía, escritor y periodista cultural sanluqueño que ha cultivado el microrrelato principalmente. Su primer libro fue Imaginarium (Editorial Los Papeles del Sitio, Sevilla, 2013), al que siguieron Cuentos negros (Pábilo Editorial, 2018), Vidas y muertes imaginarias (Los Libros de Estraperlo) (Wanceulen Editorial, 2019) y Estaciones de Paso (Wanceulen Editorial, 2019). Ha participado en la coordinación de La figura escurridiza (a propósito de Juan Bonilla) (Libros de canto y cuento, 2019).
En este caso ha aplicado los cuestionarios ideados por Proust y Roberto Bolaño a una pléyade de escritores, desde José Manuel Benítez Ariza, Felipe Benítez Reyes, Juan Bonilla, Flavia Company, Luis Alberto de Cuenca, Alejandra Díaz Ortiz, Manu Espada, Espido Freire, Enrique García-Máiquez, José Luis García Martín, Juan Gracia Armendáriz, Daniel Heredia, Fernando Iwasaki, Eduardo Jordá, José Luis Melero, Clara Obligado, Miguel Pardeza, Juan Antonio Rodríguez Tous, Fernando Savater, Ana María Shua, Juan José Téllez, Andrés Trapiello, Fernando Valls o Nieves Vázquez Recio.
Como es sabido, el cuestionario Proust se compone de una serie de preguntas más o menos convencionales, sobre todo, si las comparamos con las de su competidor, Roberto Bolaño. Incluyen cuestiones personales como la idea de felicidad perfecta o el colmo de la desdicha, lo mejor y lo peor del carácter propio, personaje histórico o escritores, músicos preferidos, mayores logros y cómo le gustaría morir. Bolaño opta por la provocación, aunque coincide en esta última pregunta. Son más del tipo si fueras un pájaro, un mamífero, un pez, un accidente geológico o un automóvil, un país o una película. Pregunta sobre si uno se considera atractivo… Un desafío para demostrar agilidad de mente y capacidad para eludir respuestas estereotipadas.
En muchas ocasiones los entrevistados aprovechan para mostrarse más o menos ocurrentes. En algunas prefieren desconfiar de ese ingenio falsamente improvisado para rizar el rizo y mostrarse descreídos, una forma más de ser ingenioso huyendo de ello. Con todo, a pesar de todos estos juegos, Escritores al desnudo, nos ofrece una ocasión muy interesante para bucear, siquiera superficialmente, por las fascinantes personalidades de algunos de los escritores con más criterio de estos años a esta parte. No pensemos que vayamos a descubrir hijos secretos, o filias inconfesables, los cuestionarios Proust y Bolaño son simples, en realidad no tan simples, artefactos para propiciar una conversación. Y de eso vamos a disfrutar en la mayoría de los casos. Para algunos de los entrevistados la ocasión no merece más que respuestas lacónicas, aunque no dejamos de reconocer que dentro de la parquedad de palabras también se esconde literatura. Sorprende, por ejemplo, que alguien que disfruta tanto con la conversación pueda mostrarse tan reacio a desarrollar los escenarios de estas preguntas. Eso no quita para que muestre una faceta tremendamente humana. Igualmente sorprende lo hogareño y convencional, podemos decir, que demuestran ser algunos escritores que hacen gala de sofisticación en sus personajes públicos.
Un volumen, en suma, que sirve de complemento para quienes admiramos a estos poetas y escritores y nos apetece, de vez en cuando, sentirnos cerca de lo que estén dispuestos a compartir de intimidad o de algo que se le parezca mucho.
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