martes, 30 de junio de 2020

Reseña de Emersson Pérez: ‘La muerte de la televisión no será televisada’. Ediciones Liliputienses. 2020


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Nació en Santiago de Chile y es director de la editorial Los Perros Románticos y se encarga del Biblioparque Pablo Neruda. Su bibliografía incluye Márgenes (2011), Rieles sumergidos (2012) y este volumen, publicado inicialmente en 2017. El volumen comienza con cita de Philip K. Dick y parafrasea al célebre slogan de Gil Scott Heron, “la revolución no será televisada”. Este es un libro de poesía temático, que se articula a partir de las ramificaciones en torno a la televisión y aledaños: “La mano que ara, que escribe o que digita / sostiene un control remoto / el poder de 500 canales, una falsa variedad / indica dónde descansar, cómo gastar y en qué debes trabajar. / Donde los satélites te vean, / donde un dron te hostigue”. Se va construyendo poco a poco, adentrándose en algunos entresijos alejados del conocimiento convencional del tubo catódico. Así, un homenaje a John Lodgie Baird, inventor de la televisión electromagnética: “Busca la justicia del ventrílocuo” (John Logie Baird).
Puede parecer una pose o una transgresión utilizar un material más que poco convencionalmente poético, casi directamente antipoético, pero Emersson Pérez consigue un libro condensado, conciso y tremendamente poético y evocador a partir de materiales tan alejados de la idea decimonónica del misterio en la poesía: “La verdad detrás de los espejos. / Una fe en las imágenes /…/ La misericordia del mercado. / Sinceridad, la gente ve lo que quiere ver”. Se adentra, pues, en los terrenos de la poesía comprometida, con su tiempo y con el cambio social, mirando atentamente las transformaciones sociales asociadas a los medios de comunicación de masas: “Aprendí a desconfiar de todas las empresas, / corporaciones culturales con fines de lucro /…/ siempre desconfié de la televisión y ella desconfió de mí”. Igualmente se señalan las trampas de la televisión al centrar la atención en un determinado enfoque: “Las muletas habitan fuera de perspectiva” (Los ojos en la tierra).
La denuncia del uso que el poder hace de la televisión abarca desde la posible implicación de Stanley Kubrick en “El bellísimo viaje a la luna, / no existiría sin tu televisor” a lo más evidente que son las implicaciones político-económicas que se juegan en la llamada gran pantalla: “Jugando a la Gran Capital / el presidente dirige al país, / con un ojo en la pantalla / con otro en la billetera” (La Gran Capital); “El mejor comercial de su vida corpórea / fue el de empresas de neo vida (s.a.)” (La macrocarretera II).
No vayamos a pensar que es un panfleto, es un libro de poesía con mayúsculas, en el que se señalan las cualidades poéticas de la sucesión de anuncios y donde se exploran las posibilidades simbólicas del aparato y de su contenido: “Donde antes estuvo la estatua de «un guerrillero» / ahora hay un televisor gigante” (Noticias simultáneas). Realidad o Ficción es un poema sobre lo que puede hacer el montaje televisivo para dar sentido. Reflexión aleatoria sobre un meme sobre lo difícil de la interpretación unívoca de las imágenes: “Finalmente si cayera nieve en la imagen. / Sería como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y sobre los muertos”. Los medios pueden ser también manipuladores, no solo la televisión: “Cien mujeres se desnudan contra la violencia, / protestan frente al palacio presidencial /…/ Realiza un close up / A los pechos más duros / súbelo al portal / Mira cómo suben los clicks” (Mirar, escuchar y grabar). Y las audiencias parecen cautivas de la realidad que se muestra: “Todo el mundo sabe / que la escena está pasada de moda / pero seguimos pegados a la pantalla” (Cliché); “La empleada la consuela / está a punto de contactarse con sus hijos / se enojaron años atrás y la televisión / con su magia se encarga del reencuentro” (Reality); “Que solo es un juego, que la gente ve lo que quiere ver” (Reality 2); “Esa extraña sensación de no saber cuál es el reality show” (Reality 3).
Emersson Pérez es consciente de todo ello: “Advertimos no escribir estos poemas de pie / viendo cómo se teletransportan y transforman las familias, en cada cuerda del universo” (Advertimos a los niños no pasar las manos rápidamente por debajo de las sábanas). Pasa a la introspección personal y social: “¿O somos una sociedad en el ojo de una rana? / no somos más que un Golem / una célula de Dios. / ¿Pero aquel quién puso el barro?” (Golem). Indignación y cierta dosis de rabia necesarias para acometer este análisis lúcido: “Cuando hoy veo alguno de estos ornamentos / que parecieron no tener utilidad / dentro de la casa de alguna anciana de barrio / me llena la escena a crochet a mis reconcomios / y enciendo esa luz de los recuerdos” (Las abuelas cubren los televisores). Hay algo de canto generacional: “Deseábamos viajar a un país donde / nadie conociera nuestros nombres, / una ciudad ruidosa donde pudiéramos olvidarnos” (Compramos una cama king); “Somos el robo de tradiciones / ante el canoso frío que defendió al dictador” (Viajo por un país sudamericano).
“La pantalla me pregunta ¿No soy un robot?
Acaso otro robot me contestó”
Se mezclan televisión y redes sociales, lo personal (“Lástima que las mañanas sean grises, / pero esta es nuestra noche / tras las persianas americanas”, Uno de amor; “Me masturbaba mientras lloraba, / miraba la pantalla con las chicas de la TV”, 2000; “Soy un soltero de 40 años / esta foto tiene más de 10 años / dices que las fotos te roban el alma / busco a alguien para recuperarla”, Perfil de Tinder) y la actualidad, desgraciadamente demasiada actualidad  (Incendios; “Se descubre un paraíso y es fiscal /…/ Se acaban los minerales / se seca el Mar Rojo / Extraños parásitos devora el oxígeno. / Y solo fijo mi vista en los ojos de mi perro muerto”, Zapping; “El Sumo Pontífice habla por cadena nacional / no hay pruebas para juzgarnos / no hay pruebas para la fe / no necesitamos pruebas para un milagro televisivo”, El sumo Pontífice habla por cadena nacional).
“Durante el estallido social
ante la inminente brecha entre ricos y pobres
se registra la quema de símbolos económicos
y estructuras patrimoniales, antiguos reinados
familias políticas que gobiernan hace cientos de años
como reyes borbones”
Para terminar unos versos que pueden ser casi una profecía:
“La revolución no será televisada,
la desinformación sí,
a estos traidores les depararemos con nuestro rayo láser” (Space invaders)

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