Nació en Santiago de Chile y es
director de la editorial Los Perros Románticos y se encarga del Biblioparque
Pablo Neruda. Su bibliografía incluye Márgenes (2011), Rieles sumergidos (2012)
y este volumen, publicado inicialmente en 2017. El volumen comienza con cita de
Philip K. Dick y parafrasea al célebre slogan de Gil Scott Heron, “la
revolución no será televisada”. Este es un libro de poesía temático, que se
articula a partir de las ramificaciones en torno a la televisión y aledaños: “La
mano que ara, que escribe o que digita / sostiene un control remoto / el poder
de 500 canales, una falsa variedad / indica dónde descansar, cómo gastar y en
qué debes trabajar. / Donde los satélites te vean, / donde un dron te hostigue”.
Se va construyendo poco a poco, adentrándose en algunos entresijos alejados del
conocimiento convencional del tubo catódico. Así, un homenaje a John Lodgie
Baird, inventor de la televisión electromagnética: “Busca la justicia del ventrílocuo”
(John Logie Baird).
Puede parecer
una pose o una transgresión utilizar un material más que poco convencionalmente
poético, casi directamente antipoético, pero Emersson Pérez consigue un libro
condensado, conciso y tremendamente poético y evocador a partir de materiales
tan alejados de la idea decimonónica del misterio en la poesía: “La verdad
detrás de los espejos. / Una fe en las imágenes /…/ La misericordia del
mercado. / Sinceridad, la gente ve lo que quiere ver”. Se adentra, pues, en los
terrenos de la poesía comprometida, con su tiempo y con el cambio social,
mirando atentamente las transformaciones sociales asociadas a los medios de comunicación
de masas: “Aprendí a desconfiar de todas las empresas, / corporaciones culturales
con fines de lucro /…/ siempre desconfié de la televisión y ella desconfió de
mí”. Igualmente se señalan las trampas de la televisión al centrar la atención
en un determinado enfoque: “Las muletas habitan fuera de perspectiva” (Los ojos en la tierra).
La denuncia
del uso que el poder hace de la televisión abarca desde la posible implicación
de Stanley Kubrick en “El bellísimo
viaje a la luna, / no existiría sin tu televisor” a lo más evidente que son las
implicaciones político-económicas que se juegan en la llamada gran pantalla: “Jugando
a la Gran Capital / el presidente dirige al país, / con un ojo en la pantalla /
con otro en la billetera” (La Gran
Capital); “El mejor comercial de su vida corpórea / fue el de empresas de
neo vida (s.a.)” (La macrocarretera II).
No vayamos a
pensar que es un panfleto, es un libro de poesía con mayúsculas, en el que se
señalan las cualidades poéticas de la sucesión de anuncios y donde se exploran
las posibilidades simbólicas del aparato y de su contenido: “Donde antes estuvo
la estatua de «un guerrillero» / ahora hay un televisor gigante” (Noticias simultáneas). Realidad o Ficción es un poema sobre lo
que puede hacer el montaje televisivo para dar sentido. Reflexión aleatoria sobre un meme sobre lo difícil de la
interpretación unívoca de las imágenes: “Finalmente si cayera nieve en la
imagen. / Sería como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y
sobre los muertos”. Los medios pueden ser también manipuladores, no solo la
televisión: “Cien mujeres se desnudan contra la violencia, / protestan frente
al palacio presidencial /…/ Realiza un close
up / A los pechos más duros / súbelo al portal / Mira cómo suben los clicks” (Mirar, escuchar y grabar). Y las audiencias parecen cautivas de la
realidad que se muestra: “Todo el mundo sabe / que la escena está pasada de
moda / pero seguimos pegados a la pantalla” (Cliché); “La empleada la consuela / está a punto de contactarse con
sus hijos / se enojaron años atrás y la televisión / con su magia se encarga
del reencuentro” (Reality); “Que solo
es un juego, que la gente ve lo que quiere ver” (Reality 2); “Esa extraña
sensación de no saber cuál es el reality
show” (Reality 3).
Emersson Pérez
es consciente de todo ello: “Advertimos no escribir estos poemas de pie /
viendo cómo se teletransportan y transforman las familias, en cada cuerda del
universo” (Advertimos a los niños no
pasar las manos rápidamente por debajo de las sábanas). Pasa a la
introspección personal y social: “¿O somos una sociedad en el ojo de una rana?
/ no somos más que un Golem / una célula de Dios. / ¿Pero aquel quién puso el
barro?” (Golem). Indignación y cierta
dosis de rabia necesarias para acometer este análisis lúcido: “Cuando hoy veo
alguno de estos ornamentos / que parecieron no tener utilidad / dentro de la
casa de alguna anciana de barrio / me llena la escena a crochet a mis
reconcomios / y enciendo esa luz de los recuerdos” (Las abuelas cubren los televisores). Hay algo de canto generacional:
“Deseábamos viajar a un país donde / nadie conociera nuestros nombres, / una
ciudad ruidosa donde pudiéramos olvidarnos” (Compramos una cama king); “Somos el robo de tradiciones / ante el
canoso frío que defendió al dictador” (Viajo por un país sudamericano).
“La pantalla
me pregunta ¿No soy un robot?
Acaso otro
robot me contestó”
Se mezclan televisión y redes
sociales, lo personal (“Lástima que las mañanas sean grises, / pero esta es
nuestra noche / tras las persianas americanas”, Uno de amor; “Me masturbaba mientras lloraba, / miraba la pantalla
con las chicas de la TV”, 2000; “Soy
un soltero de 40 años / esta foto tiene más de 10 años / dices que las fotos te
roban el alma / busco a alguien para recuperarla”, Perfil de Tinder) y la actualidad, desgraciadamente demasiada
actualidad (Incendios; “Se descubre un paraíso y es fiscal /…/ Se acaban los
minerales / se seca el Mar Rojo / Extraños parásitos devora el oxígeno. / Y solo
fijo mi vista en los ojos de mi perro muerto”, Zapping; “El Sumo Pontífice habla por cadena nacional / no hay
pruebas para juzgarnos / no hay pruebas para la fe / no necesitamos pruebas
para un milagro televisivo”, El sumo Pontífice habla por cadena nacional).
“Durante el
estallido social
ante la
inminente brecha entre ricos y pobres
se registra
la quema de símbolos económicos
y estructuras
patrimoniales, antiguos reinados
familias
políticas que gobiernan hace cientos de años
como reyes
borbones”
Para terminar unos versos que
pueden ser casi una profecía:
“La revolución no será televisada,
la desinformación sí,
a estos traidores les depararemos con nuestro rayo láser” (Space invaders)
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