viernes, 26 de junio de 2020

Reseña de Carmen Salas del Río: ‘El cantar de las caracolas’. Olélibros. Col. Imaginal. 2020


El cantar de las caracolas - Olelibros

Tercer poemario de la granadina nacida en Cádiz o de la gaditana afincada en Granada tras Manto del Alma (Exlibris, 2016) y La mirada del tiempo (Esdrújula, 2016). Actualmente está vinculada a la revista de la capital del Darro, Lumbre. Sin embargo podíamos decir que este es un libro donde el lugar principal lo tienen los paisajes de la niñez, la playa. Son las caracolas el nexo de unión de mares y de sensaciones, el olor del mar, el tacto de la arena y de las olas, y el sonido que se guarda en su interior.
Consta de un poema introductorio, Espiral de vida, y tres Cantares: El cantar de las caracolas; Horizontes y El mar y el viento. Efectivamente, el primer poema anuncia, a modo de avance, lo que significan esas caracolas y el tono general del volumen: “Mis anaqueles cuidan muchos libros / y lucen caracolas / recogidas en la playa /…/ Me hablan las caracolas / un lenguaje secreto entre nosotros / sonidos que conozco. / Un lenguaje que mi bebé / parecía conocer / antes incluso / de aflorar a este mundo /…/ Son las rosas del mar. // En mis sueños viajo / como fundida en una caracola / como un poema íntimo / que reconstruye el mito / del nacimiento de Venus” (Espiral de vida).
El Cantar I, homónimo, está más centrado en el ambiente íntimo, las personas más cercanas, los sentimientos, los recuerdos y el futuro que se va avecinando “Sacia tu sed de vida y experiencia / anida la esperanza en tus entrañas” (Soledades). El tono es esperanzador, que no totalmente bucólico, así, a su hijo le dice: “Construirás castillos / al aire de tus sueños, / ansiarás anclaros a tierra firme” (Castillos en la vida); mientras que la añoranza se pasea por otros versos: “Mi memoria evoca tus silencios / las palabras que nunca pronunciaste / para no herir” (Brindisi). Personajes familiares,  el propio yo son los personajes que habitan esta primera parte: “Con tu soledad ya te has ido niña, / hacia doquiera posa tu mirada” (La huida). La primera persona es la que toma la voz y dialoga, aun consigo misma: “Soy el alma ensanchada / por el conocimiento / del fluir de los años /…/ Soy el mar que súbito purifica / palabras arrojadas con desdén / en mi jardín” (Soy). Se dirige a quien escucha, sea el lector o sea un interlocutor concreto, no importa: “Ven, vuela conmigo sin alas / sobre las olas de blanca espuma /…/ Acude a saborear la alegría / sobre sus altas crestas / para luego bajar / hasta arenas y rocas / y coger algunas/  caracolas marinas // Su rumor cantará / canciones que olvidamos al dejar de ser niños / y desde un suave arrullo / nos devolverá presta nuestro mar” (Ven).
Culmina esta sección con el poema que da nombre al poemario, “Desde el fondo oscuro del mar / cantan las caracolas / y su cantar es libre / en el surco por aguas transparentes” (El cantar de las caracolas) y una serie de haikus: “Las caracolas / entre playa y cielo / buscan cobijo”. El segundo, Horizontes, está más volcado en un ámbito más amplio, más comprometido, más reivindicativo incluso, no en el sentido político, sino en la medida de que todo lo personal lo es: “Me hubiera faltado tiempo / para leer tus palabras” (Me hubiera faltado tiempo); “Deseo avistar qué hay tras el horizonte. /…/ Y sin embargo es pura ilusión” (Tras el horizonte). Temas como el dolor, la muerte sin remedio, la “ceguera colectiva”: “La bestia zigzaguea / por los resquicios que deja el cansancio” (La bestia agazapada). Otros más concretos denunciando abusos y violaciones: “El cobarde combate por un cuerpo” (Agresión); “Extraviada / el desatino guiaba sus pasos / lívida, / demacrada / sin rumbo. // De esta suerte la hallamos sus amigas” (El agravio).
Si en la primera parte brillaba la esperanza, en esta segunda hay una serena aceptación del paso del tiempo, de los errores y las vicisitudes de la vida: “Me he preguntado alguna vez / por qué pusiste eterna / distancia entre nosotras” (Tu amistad); “Hoy sereno / acepta lo que no puede cambiar / marchando en las veredas de su olvido” (En la nube). Unos versos serenos y más conscientes, quizá más sabios o más perplejos: “Esquiva libertad / que hoy llegaste a sus manos / a su muerte / a su cuerpo. / Hoy es libre del todo. /…/ En una libertad inmarcesible” (Libertad).
“No ignores que el mañana
llegará para cubrirme
con su tibio manto de olvido” (Como arena)
Vuelve el Canto III, El mar y el viento, a los paisajes de la infancia, a la aceptación del camino de la vida, ese que el destino nos ha ido señalando, casi empujando: “La mar, el mar y sus reminiscencias / embarcan mi razón /…/ Sentirse casi / en el materno útero de nuevo”. Unas instrucciones que nos hacen como somos. Si, podríamos decir, que es un poema contrafáctico, en el que la poeta se pregunta hasta qué punto podría ser la misma si no hubiera atravesado las circunstancias vividas: “No sería lo que soy. / No os habría conocido” (Si). Los recuerdos, como una vuelta al comienzo pueden cerrar una estructura vital y poética:
“Y dejé mi morada
escoltada por un sol que me arropaba.
Un sol de mediodía
compañero de un viaje
sin billete de vuelta.

Para no olvidar mis raíces
me llevé el olor del mar
de la húmeda arena
de mandas rocas verdinosa
el olor de mi Caleta.
 /…/
Me fundí con otro mar
cambié la arena por chinos
y viejos olores y sonidos
los dejé ir a mezclarme sin más
junto a nuevos paisajes” (Raíces)
Al lado de estos paisajes, al tiempo físicos y emocionales, Carmen Salas presta atención a los que la rodena: “Tus palabras son verdad dolorosa / y mágicas. Sonoras, / trepan las más acérrimas conciencias / de quienes aún las tienen” (Tus palabras). Se apropia de uno de los himnos de John Lennon (Imagine) como símbolo de un espíritu de lucha y una ilusión para recomenzar: “Evoco el viento eterno / y Eolo, presuroso / trae y lleva el eco de tu vida” (Pasado presente), consciente, eso sí, de las dificultades encarnadas en el mar que golpea la costa y los vientos que la agitan: “A golpes de los mares que te habitan. / A golpes de los vientos que te vieron nacer” (A golpes).

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