Las autoras de este trabajo son María
Dolores Pérez Murillo (Motril, 1954) y Eva María Díaz Buzón (Jerez de la
Frontera, 1960). La primera es doctora y profesora titular de Historia de
América, dirige el Grupo de Investigación Intrahistoria,
Oralidad y Cultura en Andalucía y América Latina (HUM 313). Cuenta con
numerosas publicaciones y experiencia como investigadora y directora de tesis y
posgrados. Eva Mª Díaz buzón es doctora en Historia, licenciada en Filología Hispánica
y máster en Pedagogía. Ha impartido docencia en la división Europea de la
Universidad de Maryland en la base naval de Rota y en la de Ansbach (Alemania).
Según se señala, “El trabajo de campo cuyo resultado es este libro se financió
con 3.000 € otorgados por la Agregaduría Cultural de la Embajada de los EE. UU.
en 2014, gracias a un convenio con el grupo de investigación ‘Intrahistoria,
Oralidad y Cultura en América Latina y Andalucía’ de la Universidad de Cádiz”.
Estudiar
a la realidad de las bases norteamericanas en España debe, necesariamente,
basarse en un acercamiento multidisciplinar, en el que los documentos de
archivo no sean la fuente exclusiva. Por otra parte, la historia oral tiene, en
este caso, un horizonte temporal muy exigente. Después de más de 60 años, muchos
de los que vivieron aquellos primeros momentos han fallecido o están a punto de
hacerlo. Recoger su testimonio es una labor urgente y necesaria.
Las autoras demuestran en
la recogida de datos y la transcripción de las entrevistas un rigor y una
honestidad a la altura de lo exigible en un trabajo académico[1].
Sin embargo, el volumen está plagado de defectos que deslucen el resultado
hasta el punto de convertirlo en ejemplo de lo que no se debe hacer. Abarcan
aspectos puramente formales, de diseño de investigación, de exposición de resultados
y falta de conocimiento de la realidad que pretenden abordar. Las entrevistas
oscilan entre el formato historia de vida y el cuestionario semiestructurado
para entrevistas en profundidad, sin ser realmente ni una cosa ni otra. A pesar
de que se anuncia expresamente que “uno de los objetivos han consistido
profundizar en temas complejos y diversos” (p. 27), en general se habla más de
la construcción que de la convivencia, más de la Rota anterior a la Base Naval
que a las distintas fases por las que ha pasado el pueblo.
El
descuido formal incluye, por ejemplo, a la denominación del propio grupo de
investigación. En la solapa es “Intrahistoria,
Oralidad y Cultura en Andalucía y América Latina” y en las páginas
interiores, “Intrahistoria, Oralidad y
Cultura en América Latina y Andalucía”. No es de recibo, tampoco, usar
fotografías desenfocadas o no encuadradas, o imágenes de internet (procedente
de espanolinternacional.blogspop.com [sic]). Debería haber un criterio común
para las transcripciones. En un glosario inicial se explica que en el habla
roteña se utiliza el término chopatró
o chopatrol para denominar a la
patrulla costera de las fuerzas norteamericanas (“Shore Patrol”), que no es lo
mismo que la pica (de pick up, recoger), la furgoneta de la
policía americana que recogía a los que realizaban conductas inapropiadas. En
las transcripciones, en lugar de usar el término castellanizado, se opta por la
grafía anglosajona correcta. El desconocimiento de la realidad se trasluce en
muchas ocasiones, como en la expresión “casa trascalada”[sic], que se refiere a
una construcción típica del pueblo, denominada realmente “casas que trascalan”,
casas de vecinos que se iban construyendo a lo largo del tiempo entre una calle
y otra (“trascalan”) a partir de dormitorios y dependencias comunes (cocinas,
lavaderos…), y no “viviendas donde había cuadras, pues las personas entraban
por la puerta principal y los animales por la puerta trasera”.
Muy irregular es el uso de
apreciaciones personales que hacen las investigadoras como la que realizan al
presentar al párroco Juan González Lagomazzini: “yo me atrevería a llamarlo
«obispo de Rota» pues su tempo de El Carmen, realizado a través de la ayuda
material de la base naval, simula un pequeño palacio episcopal construido de
nobles materiales, como la gaditana y popular piedra ostionera” (p. 227). Es
conocido que don Juanito, como se le conoce popularmente, era especialista en
buscar materiales y fondos para sus proyectos, pero es una exageración decir
que fuera construido por la “ayuda material de la base naval”. La portada
monumental del templo no es obra de los deseos del párroco, sino que aprovecha
el edificio de una antigua Casa de la Cilla o Pósito municipal al que se le
añadió el templo en 1969. Despropósito lingüístico es calificar la piedra
ostionera como “noble material” y “popular piedra” a la vez.
Este
volumen tiene la peculiaridad del uso del castellano y el inglés. La
introducción y las conclusiones están en ambos idiomas y las transcripciones en
el idioma en el que fueron realizadas las entrevistas. Es cuestionable que la
presentación de los informantes, al menos, no se hubiera traducido. A los
informantes españoles se les aclara en el texto mediante corchetes y a los
americanos a pie de página. Se traduce, y esto es grave, una condescendencia
hacia las clases populares que son entrevistadas. Se abusa de las explicaciones
de expresiones, como si se estuviera corrigiendo el habla común. A veces son
aclaraciones totalmente innecesarias. Por ejemplo (p. 86): “La choza [donde
vivían] era grandísima, tenía dos puertas: una poniente y otra a levante, y
estaba partida [dividida] por la mitad (…). La pared era de sacos metidos en
cal, que se hacían una piedra [se convertían en una piedra]”. Otro ejemplo, (p.
216): “poniéndose ciego de bebida [bebiendo mucho]”. Sin embargo se hubiera
agradecido explicar el vocabulario como Navy
Exchange (supermercado norteamericano) o Housing (oficina encargada de coordinar los alquileres a los
americanos fuera del recinto de la Base). Da la impresión que se transcribe
pensando en aclarar para el público americano. Uno de los informantes explica:
“El americano aquí en la base es tena,
o sea, tena es una especie de huésped
que tiene aquí su propiedad [casa], pero solo como hospedaje” (p. 331). Se refiere a tenant, arrendatario.
El despropósito
mayor se encuentra en la aclaración a pie de página sobre el andaluz:
“everybody was speaking «andaluz» so fast”. La nota dice:
“Variation of Spanish spoken in Andalucia, especially among the lower social
classes”. Una
concepción totalmente clasista del andaluz realizada por investigadoras de
Motril y Jerez.
Más
grave es el diseño mismo de la investigación con una selección de testimonios
muy cuestionable. Debido a la dificultad para conseguir informantes, se llegan
a utilizar a varios de la misma familia, duplicando innecesariamente las
experiencias y perdiendo la variación de voces imprescindible para este tipo de
investigaciones. Sobre Pedro Díaz Riego (p. 125 y ss.), hablan su viuda y
una hija en una misma entrevista, y luego a su otra hija y a los dos hijos de
esta. Son redundantes. Lo usual es seguir la técnica de bola de nieve para llegar a la saturación cuando la siguiente
entrevista no aporta nada nuevo. Las autoras advierten que “queremos dejar
claro que nosotros no hemos elegido a los entrevistados” (p. 25). Sin embargo
sí es cierto que han buscado entrevistas con las autoridades (tres alcaldes de
la localidad) y no han buscado testimonios muy interesantes como el de Rocío
Piñeiro cuya tesis doctoral, presentada en la propia Universidad de Cádiz,
versa sobre la influencia de la Base Naval en la localidad. La no búsqueda de
los informantes no debería implicar entrevistar a cualquiera que pase, sino la
selección de testimonios. Los testimonios se presentan en orden alfabético.
Falta
de revisión a la hora de reunir definitivamente los textos. La larga duración
de la investigación de campo posibilitó que se realizaran entrevistas con dos
alcaldes: Eva Corrales (PP) y Javier Ruiz (PSOE), pero no se especifica esta
circunstancia. Además se cae en una inconsistencia cuando se advierte que:
“consideramos oportuno entrevistar a Domingo Sánchez, pues ya habíamos
contactado, desde que se inició la presente investigación, con representantes
políticos de “derechas”, “independientes” y de “izquierdas”, pero nos faltaba
el centro izquierda que representaba el PSOE” (p. 473). Domingo Sánchez había
sido alcalde de Rota y el azar del orden alfabético lo colocó justo después del
actual alcalde Javier Ruiz, también del PSOE. No tiene sentido buscar
testimonios de izquierdas si acabamos de leer una entrevista con un alcalde
socialista.
El
volumen se acompaña de un DVD con 11 entrevistas, de 5 minutos a 25, grabadas en vídeo. El desaliño continúa: no
aparecen créditos, hay erratas en los rótulos, incluso uno de los entrevistados
no es presentado.
Da la impresión de ser un
volumen conmemorativo para disfrute de los participantes. Una oportunidad
perdida para la necesaria investigación de un tema vital que ha cambiado, no
solo la vida de un pequeño pueblo labrador y pesquero, sino que es símbolo de
las transformaciones de un régimen y de un país.
[1] El testimonio de
Donald B. Harris parece escrito, no transcrito. El de Javier Ruiz fue escrito y
así consta.
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